• Columna de opinión.
  • Escrita por: Oscar Miguel Rivera Hernández.

¡Hola! Nuevamente, yo aquí compartiendo una reflexión, análisis o impresión sobre lo que leía el día de hoy, en el medio electrónico, “Grupo: México publica”, una publicación titulada “Juan Carlos Flores Miramontes: Un pilar en la Educación de Jalisco”. Esta publicación parece más una promoción personal o de quienes desean que Flores Miramontes continúe al frente de la Secretaría de Educación en Jalisco por otro sexenio. Sin embargo, es crucial analizar diversos aspectos críticos de su gestión.

Primero, el acompañamiento en la implementación de los nuevos programas de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) ha sido problemático. Muchos colegas docentes han expresado confusión y desorientación inicial debido a la falta de claridad y coherencia en los enfoques de esta reforma educativa. No se trata de cuestionar la potencial calidad de la NEM, sino de señalar que su implementación no fue óptima por parte del estado, teniendo que recular y reorientar su aplicación considerando los documentos de la reforma federal.

Otro punto fundamental que no se ha abordado adecuadamente es la deserción escolar y la retención de estudiantes en las aulas. A pesar de los esfuerzos realizados, no se observan mejoras significativas en estos indicadores. La regulación de la convivencia saludable y otros aspectos administrativos continúan presentando deficiencias significativas que afectan el funcionamiento efectivo de las escuelas. Esto es algo que gusta y da comodidad a padres de familia, así como a algunos directivos y supervisores, que se levantan el cuello emitiendo resultados ficticios, tanto en asistencia y permanencia, como en resultados en las calificaciones, que para quien encabeza la secretaría son buenas estadísticas.

Respecto a la modernización de la infraestructura escolar, es importante destacar que muchas de las mejoras se deben al programa federal “La Escuela es Nuestra”, y no necesariamente a acciones directas de la Secretaría de Educación del Estado. En algunos municipios, los ayuntamientos han desempeñado un papel más activo en el apoyo a las escuelas, lo que sugiere que el impacto directo de la Secretaría ha sido limitado en este ámbito.

En cuanto a los protocolos de “Cultura de paz”, tanto la parte sindical como la oficial han fallado en abordar efectivamente los problemas reales. Los protocolos aplicados a menudo parecen estar diseñados para complacer a directivos y supervisores, sin considerar si los problemas que intentan resolver son auténticos o si se están utilizando para perjudicar a quienes se oponen a la autoridad. La respuesta sindical también ha sido deficiente, ya que en muchos casos ha servido a los intereses de la administración o se ha mostrado omisa.

La representación sindical dividida, que recientemente se ha reunido con la parte oficial, protagonizada entre las Secciones 16 y 47, se ha visto o más bien, no se ha visto cumpliendo con el papel que deben cumplir. ¿Es esta representación fraccionada suficiente para que un líder estatal las considere verdaderos pilares de liderazgo?

Las personas que no han experimentado directamente las necesidades del sector educativo pueden tener dificultades para comprender y atender adecuadamente lo que se requiere. Un maestro, con experiencia y formación en el ámbito educativo, podría ser más sensible y capaz de realizar un mejor desempeño. ¿Es esto solo un sueño para muchos docentes? Espero que un gobierno verdaderamente sensible, como percibo al que encabezará Pablo Lemus, pueda hacer realidad esta ilusión.

El análisis crítico de la gestión de Juan Carlos Flores Miramontes debe considerar también otros aspectos relevantes. La formación continua de los docentes es un área que ha dejado mucho que desear. A pesar de que se han ofrecido cursos y capacitaciones, muchos docentes sienten que no han sido adecuadamente preparados para enfrentar los nuevos retos de la NEM. La falta de recursos y de apoyo técnico ha exacerbado esta situación, dejando a los maestros a menudo sin las herramientas necesarias para implementar eficazmente las nuevas metodologías en el aula.

También, habría que revisar la situación que viven más del 60% de las maestras y maestros por las presiones socioemocionales y de otros órdenes, ante la falta de una política suficiente en la atención adecuada de los protocolos de actuación. Esta falta de apoyo emocional y psicológico se traduce en un ambiente laboral tenso y, en algunos casos, en un desempeño afectado.
Además, la gestión de Flores Miramontes no ha abordado adecuadamente la equidad en la educación.

Las disparidades entre escuelas urbanas y rurales siguen siendo notorias, con las instituciones en áreas rurales enfrentando mayores desafíos en términos de infraestructura, recursos y acceso a tecnología. Esta brecha perpetúa la desigualdad y limita las oportunidades de los estudiantes en zonas menos favorecidas.

La participación de la comunidad en la toma de decisiones educativas es otro aspecto que ha sido insuficientemente desarrollado. Los padres y madres de familia, así como otros actores comunitarios, a menudo se sienten excluidos del proceso de planificación y evaluación de las políticas educativas. Un enfoque más inclusivo y participativo podría fortalecer el sistema educativo al incorporar diversas perspectivas y necesidades.

Es primordial, también, considerar el impacto de la pandemia de COVID-19 en la educación. Aunque fue un desafío global, la respuesta de la Secretaría de Educación de Jalisco fue, en algunos casos, lenta e ineficaz. La transición a la educación en línea no se realizó de manera uniforme, y muchos estudiantes quedaron rezagados debido a la falta de acceso a dispositivos y conexión a internet. Las estrategias para mitigar el rezago educativo resultante fueron insuficientes, y se requirió de un esfuerzo mayor, para recuperar el aprendizaje perdido.

Para terminar, aunque la publicación en “Grupo: México publica” presenta a Juan Carlos Flores Miramontes como un pilar en la educación de Jalisco, es necesario un análisis crítico de su gestión. La implementación de la NEM, la lucha contra la deserción escolar, la modernización de la infraestructura, los protocolos de cultura de paz, la representación sindical, la formación continua de los docentes, la equidad en la educación, la participación comunitaria y la respuesta a la pandemia son áreas que requieren una atención más profunda y eficaz. Solo a través de un enfoque integral y comprometido se podrá mejorar verdaderamente la calidad de la educación en Jalisco.