En los centros penitenciarios destinados para mujeres, nacen niñas y niños, que en su mayoría son hijos de padres procesados o sentenciados.

Las cárceles de nuestro país no cuentan con área especializada de maternidad, por lo que los menores se ven expuestos a la población e interacción con el resto de las mujeres privadas de su libertad. Viven con sus madres en la misma situación que ellas, en el encierro, con la misma alimentación, carencias, viviendo violencia, en muchos casos con sobrepoblación penitenciaria, en condiciones infrahumanas y falta la de un desarrollo adecuado del menor.

Dentro de los derechos de las mujeres privadas de la libertad el artículo 10 de la Ley Nacional de Ejecución Penal refiere que para el caso de las mujeres que deseen conservar la custodia de la hija o el hijo menor de tres años, durante su estancia en el Centro Penitenciario y no hubiera familiar que pudiera hacerse responsable en la familia de origen, la autoridad penitenciaria establecerá los criterios para garantizar el ingreso de la niña o el niño.

México es de los países en donde existe un mayor número de mujeres en prisión, con 13,400 mujeres privadas de la libertad, lo que representa el 0.052% de mujeres presas con relación a la población total en prisión.

De acuerdo con el Diagnostico Nacional de Supervisión penitenciaria 2017 de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el 88% de las mujeres privadas de la libertad en México son madres, 417 tienen a sus hijos con ellas en prisión, estos menores tienen una edad entre cero y seis años. En Jalisco el Centro de Reinserción social Femenil alberga a 578 mujeres privadas de la libertad.

La invisibilización de las mujeres en reclusión en nuestro país, debe enfrentarse con acciones políticas y sociales contundentes que promuevan garantía de una vida en el marco de los derechos humanos. El problema de las mujeres en la cárcel es un problema de género que compete a las instancias del Estado y a la sociedad civil.

Se destaca que por ser la población femenil penitenciaria cuantitavamente menor, no se cuenta con los recursos suficientes para contar con establecimientos únicamente para mujeres, con el diseño necesario para cubrir sus necesidades.

De 387 centros penitenciarios en el país a junio del 2015, aproximadamente sólo 10 eran exclusivos para mujeres, es decir, aproximadamente 65% de las mujeres están internas en centros mixtos, donde muchas veces sufren diversos abusos al interior de las prisiones o son marginadas.

Actualmente se pueden encontrar alrededor de 500 niñas y niños viviendo con sus madres en todos los centros penitenciarios del País.

Estas niñas y niños padecen una alta proporción de riesgos a problemas socioemocionales, conductas disfuncionales, perdida de los sentidos, retrasos en los procesos madurativos, entre otros problemas.

Uno de los mayores problemas es la falta de seguimiento por parte del Estado a estos niños cuando salen de la prisión.

Las autoridades deben comenzar a observar a estas niñas y niños de los que nadie habla, quienes están en el olvido por el estado y por la sociedad.

La propuesta es adecuar los centros de reclusión para mujeres en el que se contemple la infraestructura necesaria para que sus hijas e hijos puedan permanecer con ellas el tiempo que la ley lo permita, así como priorizar la problemática en la agenda gubernamental, recordemos que el sistema penitenciario en general no ha sido una prioridad para esta administración y no lo fue para ninguna otra en el pasado, es un tema abandonado por las autoridades y la propia sociedad.