Al hablar de la despenalización del aborto es necesario hacer esta gran diferencia, pues una cosa son nuestras creencias religiosas y otra diferente, lo que requiere el Estado aprobar.

Ahora que el Congreso de Oaxaca despenalizó el aborto en su entidad, convirtiéndose en el segundo Estado en aprobarlo; es cuando el tema vuelve a tomar fuerza en nuestro país y se dividen las opiniones a favor o en contra.

En la actualidad es un error creer que porque se mantenga penalizado el aborto, este no se registra en cualquiera de nuestras ciudades y en cualquiera de nuestras clases sociales.

Dejando de lado su práctica a víctimas de violación, la cual ya está permitido en todo el país; el aborto es un fenómeno que se registra y es tangible a pesar de practicarse en la clandestinidad, cuando los recursos de las mujeres no alcanzan para viajar a la Ciudad de México, donde ya está permitido.

Cuando aún era estudiante de preparatoria, hace más de una década, el aborto entre las jóvenes de escuelas tanto particulares como públicas ya era un secreto a voces entre las y los estudiantes.

Tuve la oportunidad de conocer casos de compañeras que se practicaron un aborto, acudiendo a clínicas clandestinas y una que otra que intentaron practicarlo, tomando cuánta clase de tés pudieran imaginarse e incluso inyectándose cualquier  sustancia que les recomendaron de voz en voz, poniendo en riesgo su vida y el desarollo de sus bebés.

Y no, ninguna había sido víctima de violación sino de una práctica sexual sin protección. Todas con la motivación de que eran muy jóvenes, por miedo a sus padres o porque no se veían en un futuro con sus parejas.

Por más campañas de concientización que lance la autoridad, para una sexualidad protegida, el aborto existe y se practica.

Al aprobarse en todo México se podría ganar más, que lo que muchos piensan, se pueda perder:

  • Ya no habrá más cifras negras. Si se aprueba y se implementa un buen programa de gobierno, se podrá saber las cifras y las causas reales de las mujeres que deciden practicar el aborto.
  • Para los que nos preocupamos por los derechos del bebé o feto, se podría salvar más vidas de estos, si al acudir la mujer a practicarse la intervención, recibiera asesoría psicológica y se le dieran todas las opciones que existen y que muchas de ellas no ven, al verse metidas en ese que consideran “problema”,  pues muchas son presas del miedo.
  •  Finalmente para aquellas que a pesar de conocer todas sus opciones, deciden aún así practicárselo, que tengan la garantía que lo harán en clínicas y hospitales seguros, sin que corra en riesgo su vida, conscientes a lo que están sometiendo su cuerpo, para que su carga no sea tan severa.

Porque aquel que piensa que el aborto es una decisión fácil o cobarde de una mujer está muy equivocado. Nuestra naturaleza y la sociedad nos ha enseñado un rol que debemos cumplir: el ser madres.

Desde pequeñas nos inculcan a cuidar a nuestros bebés, a ser una madre modelo, a dar la vida por nuestros hijos, a ser seres sacrificados por ellos. Cualquier decisión que tomemos fuera de estos paradigmas, nos repercute de una u otra forma: socialmente, familiarmente y emocionalmente.

La decisión del aborto es y debe ser personal, y esto quiere decir, que no porque sea legal todas la mujeres correremos a practicárnoslo.

Es justo en el momento en que hay que tomar una decisión, cuando ahora sí, entran nuestra ideología, la crianza, los valores y la religión que nos inculcaron nuestros padres.

La obligación del Estado es atender a ese grupo de mujeres que se ven en la necesidad de tener que abortar por las circunstancias que sean.

Es inútil vendarse los ojos ante una realidad que ya existe…