Mesas para reforma del Poder Judicial

En los últimos días subieron de tono las voces dentro del Poder Judicial para rechazar lo que ellos consideran como una intromisión a su autonomía de parte del Poder Ejecutivo, derivado de la intención de aplicar pruebas de control y confianza a jueces y magistrados, entre otras medidas de avanzada que la sociedad civil exige.

De hecho, a inicios de la semana, magistrados cerraron filas para defender su autonomía. En una mesa de dialogo con diputados dejaron en claro que no quieren que entes externos sean quienes les apliquen las pruebas de Control y Confianza.

La semana pasada un servidor escribió al respecto un artículo en el que argumenté porque los poderes no deben estar separados el uno del otro totalmente, y por que deben ser vigilados los unos a los otros de acuerdo a la teoría política de los pensadores liberales. Madison explicaba en los Papeles del Federalista que si los poderes no pudieran ser vigilados entre sí, cobijándose en una autonomía mal entendida, entonces sería como tener tres poderes dictatoriales.

 

Poder Judicial: autonomía no es sinónimo de cheque en blanco

Derivado de esa columna, se acercaron conmigo algunos integrantes del Poder Judicial para comentarme al respecto sus motivos para rechazar los exámenes de control de confianza. Y escuchando sus planteamientos, creo que en varios puntos tienen mucha lógica.

Su temor es que esas pruebas, en manos del Poder Ejecutivo, sean “manoseadas” y se conviertan en una espada de Damocles, para garantizar que nadie “se les salga del huacal”. Esto temor tiene lógica. Algo de lo que uno aprende luego de tantos años de cubrir la fuente política, es que se deben tener ases bajo la manga para poder usarlos en el momento que se requiera.

Ese es el temor. Y no precisamente de que las actuales autoridades sean las que politicen estas pruebas. Sino que en un futuro, quienes lleguen al gobierno del Estado se den cuenta de las posibilidades de esa “arma” que tienen en las manos y la apliquen a contentillo.

Volviendo a los clásicos. Esto me recuerda un poco a la alegoría del León y el Zorro planteada por Maquiavelo. Los políticos deben tener la fuerza del león que aterroriza a los lobos, pero también la capacidad de los zorros, de evitar las posibles trampas. Y desde la óptica de algunos integrantes del Poder Judicial, estas pruebas podrían ser una celada.

“Estamos abiertos a qué se los revise, pero no a qué lo haga otro poder. No por vulnerar la autonomía, sino porque ahora además de lo financiero… ¿Vamos a depender de ellos en un control y confianza? Creo que eso lo sería tan sano”, me decía por separado otro integrante del Poder Judicial.

Y añadió: “Es el tema…que al rato esas pruebas sean más de más manoseo político por haber dictado sentencia en contra o a favor de intereses políticos, empresariales, familiares”. Obviamente eso si atentaría a sus funciones sustantivas, y por ende, a su autonomía.

Tiene lógica.

Aún así, sigo creyendo que bajo ninguna circunstancia el Poder Judicial debe ser el que aplique a sus integrantes las pruebas de control y confianza. Decía en mi anterior artículo que es absurdo que un deportista se haga el antidoping a sí mismo o un alumno se examine sólo.

En resumen: Todos estamos de acuerdo en que quienes imparten justicia deben aplicarse estas pruebas. Es un clamor de la sociedad civil. Y escuchando los argumentos de jueces y magistrados, coincido en que no sea el Poder Ejecutivo el que realicé las pruebas de confianza.

En todo caso – y en eso estuvieron de acuerdo los integrantes del Poder Judicial con los que platiqué fuera de grabadora- estas pruebas de control y confianza debería aplicarlas un órgano autónomo.

Pero que de veras sea autónomo.

Esto último, es lo difícil.