Por: Julio Ríos (@julio_rios)

Imagen: pri.org.mx

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) llega a sus 90 años de vida, sin nada que festejar, luego de la peor derrota electoral de su historia en la que perdió la presidencia de la República y quedó convertido en chiquillada en el Congreso de la Unión.

En una encuesta de preferencia política realizada en el diario El Financiero en noviembre de 2018, solo 9 por ciento de los consultados se identificaron como priistas.

El panorama adverso para el partido fundado el 4 de marzo de 1929 por Plutarco Elías Calles, se replica a nivel nacional y a estatal.

En 2018 con un candidato ciudadano –que no convenció ni a los suyos ni a los ajenos- José Antonio Meade, obtuvo la votación más baja en la historia de las elecciones para la Presidencia de la República (16.5 por ciento).

En el Poder Legislativo ahora solamente tienen 15 senadores y 45 curules. El Partido del Trabajo o el Encuentro Social – hoy en el limbo- tienen más legisladores del tricolor.

Ni en la arena legislativa ni en la partidista el PRI ha podido ser oposición. Incluso algunos ya acuñaron el término PRIMOR, por su supuesta complicidad con Morena, sobre todo en temas como la Guardia Nacional.

En Jalisco, sin punch

En Jalisco la historia también dista de ser halagadora.

En el año 2015, contaba con 62 presidencias municipales. Hoy solamente tiene 20 alcaldías en el estado y en ciudades muy pequeñas.

En la anterior legislatura el tricolor llegó a tener 13 diputados y hoy apenas integra una minibancada de tres integrantes.

En el gobierno del Estado, su candidato Miguel Castro no sólo fue derrotado por Enrique Alfaro sino que estuvo disputándole el cuarto lugar al candidato del PAN, Miguel Ángel Martínez Espinoza.

Miguel Castro ha sido el candidato a la gubernatura con menos votación en la historia del PRI en Jalisco con 17 por ciento.

Tricolores en fuga

A esto se suma la desbandada de personajes que se han ido a Morena o a Movimiento Ciudadano.

Han salido cuadros como la ex diputada y hoy regidora Claudia Delgadillo, el ex dirigente del movimiento territorial Rubén Vázquez, el diputado y ex presidente del partido Héctor Pizano.

También se fueron los ex regidores tapatíos Ángeles Arredondo, Salvador de la Cruz y Anahí Olguin, el ex presidente de la comisión de justicia partidiaria, Luis Antonio Rocha Santos.

Y recientemente el ex alcalde de Tlaquepaque, Alfredo Barba y el consejero estatal Manuel Carranza, junto con las organizaciones obreras que dirigía en Guadalajara, Puerto Vallarta y la Riviera Nayarit, entre otros.

Algunos cuadros de los que salieron, han sido polémicos, pero reflejan la sangría tricolor de los últimos meses.

Así mismo, parte de la estructura corporativa de sindicatos y centrales obreras se ha pasado al lado de Morena, con quien hay que decirlo, hay una natural afinidad ideológica.

Otra generación perdida

El PRI además no cuenta con perfiles de peso para un cambio de estafeta. A nivel nacional, se nombres de viejos conocidos:

  • La ex gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega Pacheco.
  • El gobernador de Campeche, Rafael Alejandro Moreno Cárdenas.
  • René Juárez Cisneros, coordinador de la bancada priista en el Congreso de la Unión.
  • El dirigente de la Confederación Nacional Campesina (CNC), Ismael Hernández Deras.
  • El polémico ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz.
  • Y la todavía presidenta, Claudia Ruiz Massieu

Sin perspectivas de triunfo en el corto plazo, todo indica que habrá otra “generación pérdida”, algo similar a lo que pasó con los jóvenes de la segunda mitad de los años 90 y la primera década de los 2000.

Así es como el PRI –el partido de masas por excelencia- llega a sus 90 años, incluso con la disyuntiva de adoptar un nuevo nombre.

Sería el cuarto, luego de denominarse PRM, PNR y PRI.