• Columna de opinión.
  • Escrita por: Eduardo González Velázquez.

Finalmente, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación confirmó la mayoría calificada de la 4T en San Lázaro. Morena y sus aliados tendrán 364 curules y con ello la posibilidad para aprobar las reformas constitucionales que consideren necesarias para la transformación del régimen político en nuestro país. En el Senado la bancada oficialista está a un escaño de esa misma mayoría, lo que significa que con un voto para ellos de alguien de la oposición o la ausencia de un legislador del PRIAN los días de las votaciones, también podrán ratificar los cambios a la Constitución.

De cara a este panorama que dominará el espectro político en los siguientes tres años, no podemos negar que es un logro electoral de Morena y también una alta responsabilidad de cara a la ciudadanía. En ninguna circunstancia el partido en el poder debe suponer que la aplastante mayoría que le confió la población será un cheque en blanco para hacer y deshacer a contentillo lo que les plazca. Del tamaño de su poder es el compromiso frente a la comunidad.

Por otro lado, sigo sin entender a un sector de la comentocracia que continúa insistiendo en ver el apoyo de la ciudadanía al proyecto de la 4T que se materializó en las urnas, en una jornada sin contratiempos, como un retroceso democrático. Insisten que el poder obtenido por Morena mediante el voto popular nos regresa a los tiempos anteriores a nuestra democracia, donde, por cierto, muchas de estas voces guardaron un silencio cómplice frente a las mayorías priistas y panistas obtenidas por medio de los fraudes electorales. Ahora resulta que tenemos una regresión democrática porque el PRI y el PAN han sido relegados por la decisión ciudadana.

Estoy cierto que la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia y lo realizado durante su gobierno no es suficiente para afirmar que estamos en un nuevo régimen político. Muchas formas de hacer política “priista” se han mantenido y es necesario desterrarlas y además transformar los marcos jurídicos y políticos de nuestro sistema para poder asegurar que hemos transitado a un nuevo régimen político.

Sin duda, el poder de Claudia Sheinbaum Pardo y la fuerza legislativa que la acompañará en el primer trienio de su gobierno, serán suficientes para llevar a cabo las transformaciones que necesita nuestro sistema político para transitar por mejores veredas en favor de la ciudadanía.

Es necesario meterle mano al asunto fiscal y grabar a las grandes fortunas, revisar a profundidad las concesiones en telecomunicaciones, la relación entre los medios de comunicación y gobiernos, así como una reforma electoral que termine con los enjuagues partidistas y los oscuros orígenes de los recursos que aceitan las maquinarias electorales.

Todo ello, más la reforma al poder judicial podrían sentar bases más robustas y sólidas para levantar sobre ellas un nuevo régimen político. No perdamos la oportunidad.

  • Profesor del Tec de Monterrey.
  • @contodoytriques