Si bien Eduardo Medina Mora parece indefendible ante las sospechas que existen derivadas de las denuncias periodísticas que han hecho los diarios de circulación nacional sobre el crecimiento inexplicable, de su patrimonio y las triangulaciones financieras, de nada va a servir que se le acepte la renuncia si esto implica un carpetazo, sobre todo porque se trata de un personaje clave en el engranaje de lo que AMLO llamó Mafia del Poder.

La renuncia aceptada en el senado –que además ha desnudado a la hipocresía política de la oposición- nos lleva a compartir cuatro consideraciones:

  1.  Luce esquizofrénico que haya quienes se rasgan las vestiduras diciendo que se está aplicando justicia selectiva contra Medina. Como si eso borrará la gravedad de las acusaciones. La oposición nomás está viendo -hundidos en esa amargura que los caracteriza- la forma de descalificar todo lo que hace o tiene que ver con la actual administración federal. Si no investiga, malo. Si investigan, malo también, porque lo califican de justicia selectiva. Creo que ante todo supuesto, sería peor no investigar nada, sobre todo porque las acusaciones no son poca cosa: se habla de presuntas triangulaciones millonarias, con recursos que superan los salarios percibidos durante el desempeño de distintos cargos y no reportados en sus declaraciones patrimoniales. ( https://www.elfinanciero.com.mx/economia/inteligencia-financiera-de-hacienda-investiga-a-medina-mora-por-lavado-de-dinero )
  2. La oposición, hoy en el Senado, exigió al presidente de la República, que aclare la causa grave. ¡Pues que la aclare primero Medina Mora! La Constitución en ningún lado estipula que el presidente no tiene obligación de dar cuenta de esas causas.
  3. Con todo, la forma en que están evolucionado los hechos, que espero equivocarme, refleja que están siendo benevolentes con Medina Mora. Y todo indicaría, que ya no lo van a investigar. ¿Por qué digo esto? Porque si realmente quisieran castigarlo, primero, le quitarían la inmunidad procesal a través de un procedimiento especial que está contemplado en la ley. Segundo: lo sujetarían a proceso penal para determinar su inocencia o su culpabilidad. Y tercero, se dicta una sentencia y si hay lugar a recursos, se agotan. Pero, él está renunciando, lo cual nos hace intuir, que le dijeron: vete, deja el espacio y te dejamos tranquilo. Porque de otra manera no se entiende porque él se está poniendo así de vulnerable, saliéndose de ese nicho de protección.
  4. Lo realmente positivo es que se hubiera agotado todo el procedimiento. Ahora, ya que se le aceptó la renuncia, lo que debería ocurrir, para que todos los mexicanos tengamos certeza, es que se le juzgue. Que no haya carpetazo, porque entonces, el mensaje que se va a dar, es que se solapan los presuntos actos que se le han atribuido por parte de la opinión pública, al ahora ex ministro.

Medina Mora, además, es un personaje que encarna los intereses de la camarilla neoliberal que durante tres décadas controló a México. Sobre ese tema, hay una muy buena columna del periodista Álvaro Delgado (https://heraldodemexico.com.mx/opinion/medina-mora-es-salinas-fox-calderon-pena/ )

Colofón:

Mención aparte, merece la hipótesis de la boda maldita planteada por el periodista Salvador García Soto. A esa fiesta acudieron, en la misma mesa, Rosario Robles, Juan Collado, Diego Fernández de Ceballos, Eduardo Medina Mora y Enrique Peña Nieto. Según relató el columnista de El Universal, al calor de los brindis, se sinceraron y se dedicaron a despotricar. Sin embargo, no contaban con que estaban siendo grabados. Y los asistentes, no tardaron en ser encarcelados, o ahora defenestrados.

Aquí la columna: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/salvador-garcia-soto/una-fiesta-una-grabacion-y-una-llamada