Se ha creado tremenda polémica por la decisión del gobierno capitalino de Claudia Sheinbaum de implementar el llamado uniforme inclusivo o neutro, es decir permitir que los niños y las niñas decidan utilizar falda o pantalón en las escuelas.

Algunos adultos han considerado esta decisión como si no se pensará en ellos o como si la decisión  atentará directamente contra la identidad sexual del menor, sentenciándolos a que con el uso de falda o pantalón pudieran confundirse o hasta convertirse en homosexuales y lesbianas.

Tras leer cientos de comentarios que bombardearon las redes, al llegar a casa le pregunte a mi hija, de siete años, su opinión al respecto:

Ella: “Que genial ahora podré utilizar pantalón o vestido cuando yo quiera para ir a la escuela”.

Yo: “Pero es solo en la CDMX, no es aquí en el estado en que vivimos…”

Ella: “Mmm que mal que no sea aquí donde vivimos, debería de ser en todas partes”.

Yo: “Oye ¿y que piensas que tus amigos niños puedan usar falda?”

Ella: (soltó una risa) “no creo que lo hagan, seria chistoso, (se puso seria) pero creo que es su derecho de vestir como quieran”.

Finalizó la conversación.

En más de una ocasión, los niños me han demostrado que tienen más claro el tema de los derechos, el respeto, la libertad y el amor, que mucho de nosotros los adultos.

En pleno 2019, me queda claro que consideramos a nuestros niños como tontos o faltos de observación y comprensión del mundo; cuando son ellos, los más limpios de prejuicios, miedos, traumas y ruidos mentales con los que cargamos cada uno de nosotros, los que nos decimos listos para tomar las decisiones por ellos.

La educación principal está en casa y es nuestra responsabilidad como padres, cuidar y proteger la inocencia, pero sobre todo la objetividad y la diversidad con la que ellos ven el mundo.

En pleno siglo XXI, aún existen temores como los de hace más de 90 años, cuando se pensaba que el pantalón era solo para hombres y que las mujeres que lo usarán se podrían hacer “marimachas”. Hace más de 84 años, la diseñadora de moda, Coco Channel, introdujo y popularizó la prenda, al grado que hoy es un básico en el guardarropa de cualquier mujer (de cualquier edad).

En esta era de las redes sociales, en las que todo el mundo tiene la oportunidad de opinar, se sobre dimensionan las políticas públicas y se analizan demasiado decisiones que van dirigidas a atender demandas básicas de la población.

Por casi 12 años de mi vida, utilicé de forma obligatoria el uniforme escolar, ya fuera vestido o falda, según la institución. Siempre soñando que cambiaran el modelo y decidieran permitir el pantalón a las niñas, por las tremendas incomodidades que representa el uso de la falda, sobre todo a una temprana edad, en la que quieres correr, jugar, o hasta hacer deporte en el receso, sin tener que pasar “vergüenzas” entre los niños, en edad en la que mirarle “los calzones a las niñas” parecía un deporte. Y ni que decir en tiempo de frío, en que tenias que usar medias completas, las más abrigadoras posible para evitar morir helada.

Sin duda, la implementación del “uniforme neutro”, va más dirigido para las niñas que para niños. No dudo que en algún momento haya pequeños que se identifiquen con esa forma de vestir, más que la masculina, pero los adultos deberían de saber, que con o sin políticas públicas que permitan o les dé derecho de vestir como quieran, estas personas buscarán su independencia y su propia identidad, ya sea con falda o sin ella.

Si vamos a tomar decisiones por los niños, lo mínimo seria guardar silencio un momento y escucharlos, antes de bombardearlos con información innecesaria plagada de prejuicios y temores.