Por: Julio Ríos (@julio_rios)
Imagen: lopezobrador.org
Lo primero que tengo que decir respecto a esta discusión que ha encendido las redes, es que una vez más, el presidente López Obrador, como efectivo comunicador nos ha llevado a discutir exactamente los temas que él desea. Y esta columna no es la excepción.
¿Lo ha hecho de forma premeditada para desviar la atención de otros temas? No me sorprendería.
Sobre la pertinencia de una posible disculpa de España y El Vaticano, por los abusos cometidos durante la conquista y la colonia, es inevitable entonces compartir algunas reflexiones.
- Creo que las formas diplomáticas de AMLO no fueron adecuadas para pedir el perdón a España por el etnocidio colonial. Que por cierto una precisión: ni España, ni tampoco México existían en esa época. Quizá el momento no fue el más adecuado y se generó una polémica innecesaria. (Aunque se cumplieron 500 años de la llegada de Hernán Cortés).
- No obstante, la petición no es tan descabellada si lo reflexionan. No sería la primera vez que un país reconoce errores pasados: Alemania pidió disculpas por el holocausto nazi, Francia lo hizo por la tortura a rebeldes en Argelia, España por la expulsión sefardí y Gran Bretaña con los inmigrantes caribeños de 1948, entre otros. E incluso hay países que han indemnizado económicamente por abusos a pueblos originarios.
- ¿Qué las disculpas se ofrecen, pero no se piden? El presidente de Canadá, Justin Trudeau pidió el año pasado, disculpas al Vaticano por el trato a pueblos originarios. Es común.
- Obviamente, la reacción de la corona española y de personajes del Partido Popular, y el partido Vox ligados a la derecha más intransigente, era predecible. Pero conozco españoles que me dicen que no se sienten orgullosos del etnocidio e incluso los diputados del partido Podemos en España, coinciden con el planteamiento de AMLO.
- El mismo Papa Francisco, ya se disculpó a nombre de la Iglesia Católica, por esos hechos en la colonia. Es decir: se reconoce que esos hechos ocurrieron.
Alguien me decía que disculparse por algo que hicieron otros que pasaron antes, era demagogia. Puede ser. Por eso quizá la palabra disculpa no sea la más adecuada.
Pero solicitar que España haga un ejercicio autocrítico de recuperación de la memoria histórica, en el que se reconozca que hubo actos de los que nadie podemos sentirnos orgullosos y mostrar una sensibilidad hacia las víctimas de los pueblos originarios, sería un gesto diplomático de altura, desde mi perspectiva.
Pero eso sí. Ya que estamos en eso de las disculpas, el Estado mexicano tendría que pedir perdón por muchos hechos lamentables contra nuestros propios indígenas, como la matanza de Acteal, por citar un ejemplo.
Además México debe terminar con la política paternalista hacia los pueblos originarios. Política que este gobierno intenta perpetuar al seguir tratando a los indígenas como menores de edad. Recordemos el uso histriónico de sus símbolos en la ceremonia de entrega del bastón de mando a López Obrador.
El Estado mexicano también debe actuar de inmediato para abatir ese rezago y el olvido histórico contra los pueblos indígenas.
Pero una cosa, no va separada de la otra. Si bien hay problemas urgentes por atender, la solicitud de este reconocimiento oficial del etnocidio, sin duda no estorba.
Y lo más importante. Aquilatar el etnocidio colonial no implica dejar de reconocer lo positivo del intercambio entre ambas culturas (España y México) pues finalmente son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan.
Pues como escribió el poeta, Pablo Neruda: “Se llevaron el oro. Nos dejaron el oro. Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.”