*Gustavo Lozano

“Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo.” Guerra y Paz: León Tolstoi

La palabra paz nos acompaña desde los inicios de los tiempos del ser humano y sus sociedades, tal vez no como entendemos el término en estos momentos, pero sí como una aspiración, un deber ser que buscamos todas las personas. La comprensión de los ciudadanos, de que la paz NO solo es la ausencia de invasiones bélicas a su país o de estados de intranquilidad personal psicológica o espiritual, es de gran importancia esta tarea, lo cual se logrará con la educación.

Los gobiernos tienen una gran tarea, deben apostar por implementar las debidas políticas públicas y herramientas para el logro de un estado de verdadera paz y sobre todo, ser efectivos en la construcción de una narrativa que explique la amplitud de lo que es la paz y como día a día todos podemos ser sus promotores.

La mayoría de las personas entienden la paz como un estado interior de equilibrio o una ausencia de conflictos bélicos a gran escala que afecte sus países (una guerra).

Si se analiza la palabra en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, podremos, académica y socialmente reafirmar lo anterior y concluir que la mayor parte de las acepciones se refieren a un conflicto bélico militar o a la paz personal interior mental y espiritual, nada se habla de paz social o comunitaria, ni de la ausencia de esos conflictos cotidianos que día a día se presentan en nuestras sociedades y que no siempre identificamos como conflictos (un choque irresponsable, ruido vecinal, acoso a mujeres, y otras conductas desde luego ilegales) ni de la delincuencia común u organizada. Todos estos conflictos no parecen ser identificados como elementos que nos quitan paz, sin embargo, sí lo son, pese a que algunas autoridades hacen poco por reconocerlo así (y es que eso se puede verificar en sus planes y uso del dinero público invertido en lograr la paz).

Entes internacionales como la Organización de las Naciones Unidas han señalado la necesidad (30 objetivos y metas de desarrollo sostenible) de que las sociedad y gobierno entiendan que se deben tomar acciones serias y específicas (políticas públicas), para plantar la semilla de la paz y cosechar en futuras generaciones de seres humanos la paz general y no solo una ausencia de guerra o de estados anímicos personales (intranquilidad). Debe entenderse y trabajarse en muchas áreas, que, si bien ya son atendidas, no se les invierten los recursos necesarios, ni se les otorga la debida atención.

Said Bahajin plantea en su documento titulado “La educación como instrumento de la cultura de paz”, la necesidad de cambiar la percepción de lo que entendemos como paz y plantea una de las áreas que quizá, es de las más importantes en esta compleja tarea: Educar a la sociedad sobre la importancia de construir la paz con pequeños actos.

Said, plantea que deben incluirse en los planes de estudio, materias más prácticas para nuestras sociedades, como las relacionadas con la ciudadanía, el civismo y desde luego la paz, con lo cual coincido totalmente.

Todo el conocimiento es importante, sin embargo, debemos poder analizar cuál es más práctico y traerá más beneficios para el momento que se vive en una sociedad determinada, considerando el ajustado tiempo escolar por la pandemia.

Sería ridículo que una sociedad con altos problemas de delincuencia y pobreza, piense que es buen momento para principalmente educar a los niños y niñas en cuestiones de tecnología y computación. Se necesita plantear un constante bombardeo de la importancia y necesidad de buscar la paz en todo momento.

Por otro lado, el autor también plantea la necesidad de que los adultos corrijan sus actitudes que despliegan día a día, y que no identifican como dañinas o ilegales, y que a final de cuentas repercuten y generan una falta de paz para una persona específica, generando desde luego una cadena de tratos personales que no cumplen con las mínimas reglas de empatía, cultura de la legalidad, y estándares del deber ser para una convivencia humana razonable.

Como conclusión, es evidente que los gobiernos, sociedad civil organizada y actores sociales trascendentes, deben tomar un papel trascendente en la búsqueda de la paz (como muchos ya lo hacen), y tal cual como si estuviéramos en una guerra contra la violencia (aunque suene extraño y contradictorio al hablar de paz) buscar a través de todas las herramientas posibles la paz.

No debemos solo dar dinero a los jóvenes para buscar la paz, desde luego ayuda a dar una oportunidad, sin embargo, necesitamos bombardear 24/7 a nuestra sociedad con políticas públicas, actos estratégicos, dirigidos y medibles, que poco a poco logren corregir las conductas tóxicas, ilegales y demás, que dañan el tejido social (como la educación a niñas, niños y adultos) y se conviertan en una especie de infección que contagie y reproduzca actos que se transformen en paz, entender que es apostar por un mejor futuro para todos y todas.

Fuente:
Said Bahajin. (Septiembre-Diciembre, 2018). La educación como instrumento de la cultura de paz. Innovación educativa (México, DF), núm. 78,, 18, 93-111. 17/12/2020, De MASC Base de datos.