• Columna de opinión.
  • Escrita por: Profesor Oscar Miguel Rivera Hernández.

¡Hola! Una vez más les saludo y me permito dirigir a ustedes lectores, haciendo un análisis sobre las campañas de miedo y lo que están provocando las falsas noticias en estas elecciones.

En México, la difusión de campañas de miedo y desinformación ha sido una estrategia recurrente en el ámbito político, especialmente durante las elecciones. Este fenómeno se ha acentuado desde que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se presentó como candidato a la presidencia de la república en 2006.

Durante esa campaña, se difundieron numerosos mensajes alarmistas y noticias falsas (fake news) para desacreditarlo y generar temor entre el electorado sobre las posibles consecuencias de su gobierno.

Durante la campaña presidencial de 2006, se utilizaron varias tácticas para sembrar miedo entre los votantes. Se difundieron mensajes que advertían sobre un posible desastre económico y social si AMLO ganaba las elecciones. Esta estrategia incluyó la difusión de spots televisivos y artículos en medios impresos que lo asociaban con un escenario de crisis similar al de Venezuela, buscando así influir en la percepción de los votantes.

En las elecciones de 2012 y 2018, las campañas de desinformación continuaron, aunque con mayor sofisticación gracias al auge de las redes sociales. En 2012, López Obrador nuevamente fue blanco de noticias falsas que lo presentaban como un peligro para la estabilidad del país. Sin embargo, fue en 2018 cuando las fake news y las campañas de miedo alcanzaron un nuevo nivel, con el uso intensivo de plataformas digitales para la difusión de rumores y noticias falsas.

Desde que asumió la presidencia en diciembre de 2018, AMLO ha enfrentado una constante ola de desinformación y campañas de miedo en su contra. Estas campañas se han centrado en diversas áreas, incluyendo la economía, la seguridad, y las políticas sociales. Las redes sociales han jugado un papel crucial en la difusión de estas noticias falsas, que buscan minar la credibilidad y el apoyo al gobierno de López Obrador.

En las elecciones más recientes, este tipo de campañas no solo ha continuado, sino que se ha intensificado. Claudia Sheinbaum, una de las principales figuras políticas y posible sucesora de AMLO, ha sido uno de los blancos principales de estas campañas. Se han difundido múltiples noticias falsas sobre su gestión y su vida personal, con el objetivo de desacreditarla ante el electorado.

Asimismo, los candidatos a gubernaturas y presidencias municipales, especialmente en estados como Jalisco, también han sido objeto de campañas de miedo y desinformación. Estas campañas suelen ser orquestadas por aquellos que, aunque se presentan como favoritos en las encuestas, no gozan de una ventaja sólida en las preferencias electorales.

Un aspecto particularmente preocupante de estas campañas es la intromisión de grupos religiosos, especialmente la Iglesia Católica. Estos grupos han sido acusados de manipular la conciencia de los votantes y desacreditar a ciertos candidatos mediante la difusión de mensajes alarmistas y moralistas. Esta intervención religiosa busca influir en el electorado, apelando a valores tradicionales y miedos irracionales, con el fin de favorecer a determinados candidatos.

Además de la influencia de grupos religiosos, los medios masivos de información, también han jugado un papel importante en la difusión de campañas de miedo. Estos medios han reactivado la presencia de figuras políticas que habían desaparecido de la vida pública, como Felipe Calderón, Vicente Fox y Ricardo Anaya. Estos personajes han salido a promover a su candidata, Xóchitl Gálvez, utilizando estrategias de miedo y desinformación para influir en el electorado.

Estos exmandatarios y políticos han aprovechado su influencia mediática para difundir mensajes alarmistas y noticias falsas que buscan desacreditar a los candidatos opositores y sembrar dudas sobre el futuro del país bajo una administración distinta a la que ellos apoyan. Este resurgimiento en la escena pública ha sido interpretado como un intento de consolidar una oposición fuerte mediante tácticas de desinformación.

Un caso significativo en este contexto fue el de los 250 supuestos intelectuales que firmaron un documento en apoyo a Xóchitl Gálvez. Este hecho generó gran atención mediática y fue presentado como un respaldo importante para su candidatura. Sin embargo, este respaldo fue minimizado cuando más de 900 académicos, intelectuales y artistas salieron públicamente en respaldo de Claudia Sheinbaum. Este contra-movimiento no solo minimizó el documento en respaldo a Xóchitl, sino que también puso en evidencia la diversidad de opiniones entre la comunidad intelectual del país. Además, algunos de los supuestos firmantes del documento a favor de Gálvez se deslindaron posteriormente, afirmando que no habían autorizado el uso de sus nombres, lo que restó credibilidad a esa iniciativa.

La persistencia de las campañas de miedo y desinformación en el panorama político mexicano refleja una estrategia que busca manipular la percepción pública y desviar la atención de las propuestas y logros de los candidatos. Es esencial que los votantes desarrollen un pensamiento crítico y verifiquen la información antes de formarse una opinión, para contrarrestar el impacto de las noticias falsas y las tácticas de miedo.

Hasta donde se puede entender y percibir, el electorado mexicano ya no se deja manipular e influenciar fácilmente por esas campañas de miedo y las falsedades con las que se intenta manipularlo. Los votantes, a estas alturas, ya tienen decidido por quién votar. Así que este 2 de junio, que las falsas noticias y esa campaña de miedo no sean motivo para no asistir a las urnas. Hay que ir a votar libremente, por quien quiera, pero hay que ir a votar.