- Columna de opinión.
- Escrita por: Eduardo González Velázquez
Durante noventa días de navegación tendremos que surcar aguas turbulentas y fuertes tormentas antes de llegar al puerto final el primer domingo de junio de este año.
Las campañas electorales han comenzado de manera legal y formal, de forma subrepticia comenzaron hace muchas semanas. Será el proceso electoral más caro de nuestra historia, cerca de los 66 mil millones de pesos, incluidos los comicios federales y estatales. El gasto representa un incremento de casi 50 por ciento respecto a 2018, cuando ascendió a 45 mil millones de pesos. Las prerrogativas que recibirán los partidos políticos tanto a nivel federal como estatal ascenderán a 18 mil 487 millones de pesos (La Jornada, 1 de marzo de 2024).
Casi todos los puestos de elección popular estarán en juego: la Presidencia, el Senado y la Cámara de Diputados en el plano federal; nueve gubernaturas, todos los congresos estatales, a excepción de Coahuila, y las presidencias municipales, salvo las de Durango y Veracruz, poco menos de 20 mil lugares. Serán 98.9 millones de mexicanos quienes tendrán posibilidades de votar.
La joya de la corona es Palacio Nacional. Tras la presidencia de la República van Claudia Sheinbaum por lo alianza Morena-Partido del Trabajo-Partido Verde; Xóchitl Gálvez por el Frente por México formado por el Revolucionario Institucional, Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática; y Jorge Álvarez Máynez de Movimiento Ciudadano.
Ante el banderazo de salida, la candidata oficial muestra una ventaja sólida de 2 a 1 sobre la candidata del Frente, muy atrás se coloca el abanderado naranja.
Frente a esta realidad, la estrategia partidista de cada instituto político es diferente. Por un lado, la apuesta de Claudia es moverle muy poco a lo hecho por López Obrador que según las encuestas recibe casi un setenta por ciento de aprobación ciudadana. Además, comienza limando asperezas con cabezas de grupos electoralmente importantes que quedaron a la vera del camino en la contienda interna de Morena. Por lo pronto, lo seguro es que la acompañen en la campaña, pero una vez triunfando no queda claro qué lugar (si es que lo tendrán) ocuparán en el próximo gobierno.
Por su parte, Xóchitl y el Frente parecen apostarle al descarrilamiento del proceso y a la siembra de dudas sobre la limpieza de la elección con miras a intentar su anulación, todo ello tomando en cuenta que las encuestas hasta el día de hoy dejan muy claro que se encuentra lejos de las preferencias ciudadanas. En cuanto a Jorge, la apuesta es muy pequeñita: que su presencia testimonial en el proceso le garantice al menos a Movimiento Ciudadano no perder su registro.
Sin duda, uno de los mayores retos que tendrá la oposición en esta campaña electoral será dejar de lado su insistencia en oponerse sistemáticamente a todo lo que ha salido de Palacio Nacional y mostrarse frente al electorado como una opción seria y viable con propuestas concretas para solucionar los problemas que tenemos en el país. De esa manera, y no con la apuesta al descrédito del gobierno federal, podrán competir en este proceso. No obstante, lo que estamos viendo es su apuesta por la guerra sucia.
Ojalá que en los siguientes tres meses en el tinglado político-electoral domine la seriedad y la claridad de las propuestas para seguir construyendo una República mejor.
- Profesor del Tec de Monterrey
- @contodoytriques
