Encuentro Palenque
  • Columna de opinión.
  • Escrita por: Eduardo González Velázquez.

Este fin de semana pasado se llevó a cabo en Palenque, Chiapas el “Encuentro de Palenque: por una vecindad fraterna y con bienestar”, convocado por el presidente, Andrés Manuel López Obrador. A la cita acudieron, además del mandatario mexicano, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro Sarmiento; los presidentes de Colombia, Gustavo Petro Urrego; Cuba, Miguel Díaz Canel Bermúdez; Venezuela, Nicolás Maduro Moros, así como el primer ministro de Haití, Ariel Henry. También el vicepresidente de El Salvador, Félix Ulloa Garay; la vicepresidenta de Costa Rica, Mary Munive Angermüller; el viceprimer ministro de Belice, Cordel Hyde; la canciller de Panamá, Janaina Tewaney Mencomo, y representantes del presidente electo de Guatemala, Bernardo Arévalo de León.

Es importante mencionar que una reunión de esta naturaleza jamás se había llevado a cabo con la participación de diez naciones latinoamericanas. Al menos en los discursos y la declaración conjunta quedaron establecidas 13 acciones encaminadas a generan condiciones favorables que detengan la migración en los países de origen, y también se humanice dicho proceso en el principal país de destino que sigue siendo Estados Unidos.

No hay duda de que, para llegar a esas consideraciones fue necesario que el diálogo estuviese centrado en las causas estructurales que generan la migración y en el reconocimiento de políticas punitivas que insisten en abordar en fenómeno desde una idea de seguridad sin tener en cuenta los aspectos económicos, políticos y sociales que hacen las veces de catapulta de la gente de sus comunidades.

Se puso énfasis en la pobreza, la desigualdad, la inseguridad y la falta de oportunidades laborales y económicas, así como en los efectos negativos del cambio climático y factores políticos que inciden en la capacidad de desarrollo de los países latinoamericanos y fomentan la migración.

En ese sentido, la declaración de Palenque no podría estar más alineada a los aspectos que se abordaron, a saber:

  1. Elaborar un plan de acción para el desarrollo, basado en los objetivos prioritarios de cada país, para atender las causas estructurales de la migración en la región. México puso a disposición inmediata de los países reunidos su oferta de cooperación con los programas Sembrando Vida y Sembrando Vida.
  2. Solicitar a los países de destino ampliar las vías regulares, seguras y ordenadas de migración, con énfasis en la movilidad laboral. Exhortar a países de destino a que adopten políticas migratorias integrales que resguarden la vida de las personas migrantes, y abandonen políticas y prácticas inconsistentes que alteran flujos migratorios y dificultan su gestión.
  3. Replantear la arquitectura financiera internacional de la deuda soberana.
  4. Fortalecer el trabajo coordinado con organismos internacionales.
  5. Coordinación para una gestión humanitaria de flujos migratorios.
  6. Continuar el diálogo a través de un grupo de trabajo a cargo de las cancillerías.
  7. Vincular estos acuerdos con el Encuentro de Alto Nivel sobre Migración y Desarrollo en América Latina y el Caribe, propuesto por México y Colombia para el primer trimestre de 2024.
  8. Proponer a los gobiernos de Cuba y Estados Unidos sostener, en el menor tiempo posible, un diálogo integral sobre sus relaciones bilaterales.

Además de los trabajos en Palenque, López Obrador se comprometió a llevar la declaración con el presidente Joe Biden en la reunión que sostendrán en noviembre próximo en la Unión Americana.

No olvidemos que el Encuentro migratorio se dio en un contexto migratorio sin precedentes en términos del número de personas que se mueven a través de la territorialidad latinoamericana en busca de un lugar dónde vivir. Son miles de personas las que diariamente se agolpan en las fronteras sur de México y Estados Unidos sin olvidar la tragedia sufrida por los migrantes al momento de internarse y cruzar la selva del Darién.

El resultado del Encuentro, al menos en la parte discursiva, se resume en aceptar la necesidad de crear condiciones para que la gente tenga el derecho a no migrar y también garantizarles el derecho a migrar mediante la humanización del proceso. Ya veremos si los discursos dominicales se transforman en prácticas cotidianas que ayuden a construir las condiciones necesarias para que la gente acceda a un mejor nivel de vida ya se en sus comunidades de origen o en las geografías migratorias a donde arriban.

  • Profesor del Tec de Monterrey.
  • @contodoytriques