Morena ¿Un partido político o una agencia de colocaciones
  • Columna de opinión.
  • Escrita por: Oscar Miguel Rivera Hernández.

En un país donde la política es una danza compleja y apasionada, Morena ha surgido como el director de orquesta, atrayendo a políticos de diferentes ámbitos y corrientes ideológicas a su melodía. Pero, ¿Qué hace que este partido sea tan irresistible? ¿Es Morena una agencia de colocaciones políticas o una tribuna desde donde se puede luchar por un México mejor?

Hace una década, Morena ni siquiera existía. Hace siete años, no tenía una sola de las 32 gubernaturas del país y carecía de poder en el Congreso. Hoy, este partido ha consolidado su poder territorial de manera impresionante, con victorias en 23 estados, hogar de más de 92 millones de mexicanos. Casi tres de cada cuatro habitantes del país viven en regiones gobernadas por Morena. Este partido ha acumulado más poder territorial que el PRI en su última etapa de esplendor, coronada en 2012 con la victoria de Enrique Peña Nieto en las presidenciales y su reflejo en el Congreso.

Este fenómeno no es pasajero, y su impacto se siente en todo México. Sin embargo, lo que ha desconcertado a muchos observadores es el flujo constante de políticos que migran hacia Morena. Incluso figuras que previamente estuvieron vinculadas al conservadurismo mexicano han encontrado en Morena un imán político.

Pero, insisto, ¿Qué es lo que hace que Morena sea tan atractivo? ¿Por qué políticos de diferentes ideologías y trayectorias se sienten atraídos hacia sus filas? ¿Lo ven como una agencia de colocaciones, o realmente creen que es una plataforma desde la cual pueden lograr un cambio real en el país?

Morena se presenta como un partido de izquierda, pero sorprendentemente, varios de sus gobernadores y futuros mandatarios hicieron sus carreras políticas en el PRI. Este hecho puede parecer paradójico, ya que Morena a menudo critica a los priistas y los acusa de corrupción. Sin embargo, casi la mitad de los gobernadores de Morena militaron en el PRI durante períodos que llegaron hasta los 35 años.

Es comprensible que exista controversia en torno a la migración de políticos de diversos partidos hacia Morena. Algunos lo ven como un ejercicio pragmático de adaptación a una nueva realidad política, mientras que otros lo critican como una muestra de oportunismo sin ideales ni principios claros. Pero, ¿Cuál es la verdadera explicación detrás de esta tendencia?

La realidad es que la política mexicana ha experimentado una crisis de las ideologías, la sociedad misma padece de identidad. En tiempos anteriores, las salidas de los partidos solían deberse a diferencias ideológicas o desacuerdos con las dirigencias. Había una lealtad partidaria y convicciones ideológicas que guiaban a los políticos. Hoy en día, el pragmatismo prevalece. Los intereses personales y la supervivencia en la nómina parecen ser los principales motores de la política.

Esta transformación política no es exclusiva de Morena. En los últimos años, hemos sido testigos de políticos que, al igual que los protagonistas de una obra de teatro, cambian de partido con facilidad y sin un proyecto claro. Se centran en competir por impresiones y selfies en lugar de abordar los problemas graves y delicados del país.

La reciente incorporación de figuras destacadas como Romel Pacheco a Morena es un ejemplo de esta dinámica. A menudo, la principal motivación parece ser “¿quién tiene más canicas?” en lugar de “¿qué propuestas tienen para mejorar la vida de los ciudadanos?”.

Sin embargo, la política mexicana merece más que un juego de sillas musicales entre partidos. Necesita líderes comprometidos con un proyecto de nación, con valores y principios sólidos. La incorporación de figuras públicas a Morena es una manifestación de una crisis más profunda en la política mexicana en su conjunto.

Es hora de elevar el nivel del debate político y dejar atrás la percepción de que la política es simplemente una agencia de colocaciones. Más allá de las luchas por el poder y las estrategias electorales, es esencial que los políticos se planteen la pregunta fundamental: “¿Qué podemos hacer por el bienestar de nuestro pueblo y la transformación de México?”.

En lugar de centrarse exclusivamente en las próximas elecciones o en cómo lograr una candidatura, es hora de reorientar el rumbo hacia un compromiso genuino con la construcción de un México más justo, equitativo y próspero.

La política es un escenario donde se representan los anhelos y sueños de una nación que busca un futuro mejor. Es responsabilidad de los líderes políticos llevar a cabo esta representación con integridad y compromiso, y no simplemente como un juego de conveniencias temporales.

En un México que enfrenta desafíos significativos, la política debe servir como un instrumento para el bienestar y el progreso del pueblo, y no como un escenario para el oportunismo político. La política mexicana es mucho más que un simple espectáculo: es la plataforma para construir un mejor futuro para todos los ciudadanos.