Francisco Daniel Abundis Mejía

El termómetro político en Israel sigue marcando una temperatura atípica. Sin duda, la última intervención en Gaza por parte de las Fuerzas de Defensa Israelí resultó en jugosos dividendos para el primer ministro israelí y su partido. En tanto, las manifestaciones sociales al interior de las principales ciudades dentro del Estado judío y los Territorios Ocupados de Palestina mantienen el pulso.  La desigualdad social es una constante en el complejo entramado palestino/israelí.

Tal escenario no solamente impacta a los palestinos que desde la creación del “Estado judío” han vivido un sistemático proceso de colonialismo inacabado por parte de una potencia ocupante; pero, también a los distintos grupos sociales al interior de la “única democracia de Oriente Medio”. Entonces, la idea es romper con el mito de la democracia israelí, esa que pasa por una severa crisis; para ejemplo, hay que recapitular que, en un lapso de dos años, se llevaron a cabo cuatro comicios, y en noviembre próximo podría darse el retorno de Benjamín Netanyahu al asiento principal de la Knesset.

Pero ¿etnocracia? ¿A que nos referimos con dicho concepto? A una sociedad de privilegio en términos del origen de la población judía en Israel; es decir, los judíos de origen asquenazi se encuentran en la parte más alta de la pirámide del privilegio dentro de las dinámicas del Estado creado en 1948.

Por privilegio se entienden, concesiones, trato privilegiado en la administración pública, y sobre todo, acceso a puestos que implican la creación e implementación de políticas publicas dentro de Israel y Palestina; después, en la pirámide, pero, con menos privilegios se puede argumentar que los siguientes en la lista son los judíos de origen sefardí (Península ibérica), y quienes aunque en menor escala, pueden optar por algunos puestos políticos dentro del espectro israelí.

En menor rango, y también en una escala de discriminación y sectorización social, podemos encontrar a los judíos con orígenes étnicos en Medio Oriente, conocidos como (mizrajís), y cuya territorialidad de origen proviene de Estados como: Siria, Turquía e Irak. Pero aquí no termina la discriminación social y política; quedan dos eslabones en la cadena:

1) Los judíos de origen etíope (comúnmente nombrados falashas de manera despectiva) y quienes, a pesar de practicar el judaísmo, hablar hebreo y contar con un pasaporte israelí; no tienen acceso a distintos puestos de carácter público y privado. 2) los denominados árabes/israelíes, es decir aquellos palestinos que resistieron a la ocupación de Palestina en 1948, que ostentan pasaporte israelí, que sirven en el ejercito israelí. y que, sin embargo, no pueden acceder a la elaboración e implementación de políticas públicas para su comunidad.

Lo anterior, en términos del espectro judío. En Palestina la historia no es distinta, el conglomerado bélico y militar que implica ocupar y colonizar el territorio palestino ha dejado en condiciones de pobreza extrema, desempleo y bloqueo económico a la Franja de Gaza.

Situación similar para la Cisjordania ocupada en donde los distintos grupos políticos pertenecientes a la Autoridad Nacional Palestina no han sabido atender a las principales demandas de cientos de Palestinos que además de vivir bajo ocupación, cada vez más, perciben como sus niveles ciudadanos se pauperizan; mientras que sus elites políticas al igual que las israelíes mantienen feudos de poder, mismos que lejos de desaparecer se aglutinan entre sí, generando macabras simbiosis de convivencia; todo lo anterior en detrimento de ambas sociedades 1) la israelí y 2) la palestina.

Además, viviendo en un contexto harto complejo a nivel internacional. En donde se tendrían que tomar en cuenta las presiones inflacionarias, el incremento de los precios en productos de primera necesidad, la falta de vivienda, pero también la calidad democrática. Por tanto, la guerra ruso-ucraniana sigue generando impacto no solamente en oriente, pero también en el resto del globo.

Crisis por sequia en Siria, la mayor crisis humanitaria del orbe en Yemen, solo por mencionar algunos de los escenarios mas atroces. En tanto, la preocupación de los Estados más ricos de la zona estriba en una correcta organización de un Mundial de futbol. Así las cosas, en un mundo sin humanidad, y como diría el gran gurú Eduardo Galeno “patas arriba”: