Por: Paul Alcántar*

Twitter: @paulalcantar

Para los partidos políticos este año marca el sentido de sus estrategias rumbo a la elección presidencial. Aunque aún faltan dos años para el relevo, en 2022 Morena y sus aliados, al igual que el bloque Va Por México, medirán nuevamente sus fuerzas. El escenario será la renovación de las gubernaturas de seis estados del país: Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Tamaulipas y Quintana Roo tendrán un nuevo gobernador constitucional. Según algunas encuestadoras, en cinco de ellos Morena tiene una ventaja destacada, en comparación de la alianza Va Por México integrada por el PRI, PAN y PRD. Me detendré a descifrar lo que pasa en los partidos de esta coalición.

En Va Por México saben que perder cinco, cuatro, o incluso tres entidades, sería una herida significativa para su alianza electoral que insisten mantener hasta el 2024. De perder tendrán menos mandatarios, legisladores y funcionarios locales para movilizar  a sus huestes.

Lo que sucede al interior de los partidos de la alianza es la pérdida en su  capacidad operativa para mantenerse cohesionados, frente a la coyuntura que han tratado de mantener desde el 2021. La cooptación y neutralización política que López Obrador ha puesto en marcha en contra del PRI y el PAN ha sido un factor que difícilmente han podido combatir y ha traído como consecuencia una trifulca caótica entre varios militantes que no están contentos con sus liderazgos.

En el partido tricolor han denunciado a Alejandro “Alito” Moreno por favorecer más a los socios de la alianza Va Por México, y a la vez de llegar a acuerdos poco claros con la administración federal, donde se deja fuera a los grupos de mayor influencia en el PRI, particularmente a los que han trabajado en los estados. Lo anterior se debe en parte a la desconfianza que “Alito” tiene con sus gobernadores, quienes al final son los que controlan a los liderazgos locales,  lo que ha provocado que salte a la luz su descontento, particularmente por asignaciones en las candidaturas que buscarán suplirlos. El más relevante fue el del gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, quien protestó por no ser considerado en la designación de la candidatura de la alianza y que posteriormente se arregló con un acuerdo para impulsar a la diputada Carolina Viggiano. A las consecuencias de estas rencillas se suman la aceptación de exgobernadores de embajadas y encargos diplomáticos; la más reciente, la de Claudia Pavlovich de Sonora, quien va como cónsul a Barcelona.

En el caso del PAN los petardos han profundizado la división de su cúpula. Por un lado acusan a Marko Cortés de no ver las pocas mieles de los resultados que obtuvo la alianza Va Por México el año pasado, y de no capitalizar el retroceso de Morena en la Ciudad de México. También le han reclamado por adelantar su derrota en otras entidades y dar por hecho que Aguascalientes será el único triunfo que se llevarán a su bolsillo. En medio de los reclamos, el PAN, al igual que el PRI, abrió un espacio de comunicación directa con el Secretario de Gobernación a través de Santiago Creel, actual diputado federal, quien envió una carta a López Obrador en donde manifiesta la intención por intercambiar ideas por el bien del país. Esto no sería relevante de no ser porque la figura de Creel ha despertado la esperanza en varios militantes al interior del albiazul para que éste encabece la candidatura presidencial; lo que despierta celos y rencores acumulados con el tiempo del panismo longevo y de aquél que intenta regresar como es el caso de Felipe Calderón y Margarita Zavala. El PAN es un campo minado entre sus diferencias por las cuotas, y por grupos allegados a la extrema derecha que simpatizan con el partido fascista VOX de España y con declaraciones de odio, como las emitidas por su diputado Gabriel Quadri sobre las personas trans.

El desorden de ambos partidos es tan claro que se ve reflejado en las preferencias políticas del país. A pesar de las también revoluciones internas que vive Morena por la adelantada sucesión y por el control del partido, López Obrador mantiene una alta popularidad que sigue cayendo en cascada en las entidades. La identidad política creada desde el lopezobradorismo, sumada a una ausencia de liderazgos en los partidos de oposición, ganará la mitad de las entidades federativas y pavimentará el camino a la o el próximo presidente de México que, al paso que vamos, saldrá de las filas de Morena.

 

*Doctorante en Historia Aplicada por el CIDE y profesor de cátedra del Tec de Monterrey, campus Guadalajara.