¿Qué tienen en común Santiago Creel, Ernesto Cordero y Aurelio Nuño?, Pues que además de ser políticos, los tres fueron los tapados del presidente en turno, pero al final no llegaron a ser ni candidatos, además, y por lo tanto ninguno llegó a ser presidente.

La semana pasada la palabra “tapado” volvió a ponerse de moda luego de que el presidente Andrés Manuel López Obrador “destapara” a sus favoritos para sucederlo en el cargo para el 2024.

A pesar de que el “Tapadismo” es una famosa práctica de la política mexicana instituida, como bien se ha encargado de difundir el presidente López Obrador, por el Partido de la Revolución Mexicana (PRM), el padre del actual PRI, durante la tercera década del siglo pasado, si uno mira en retrospectiva, desde que México entró en una “verdadera democracia” los presidentes en turno han fallado en su intento por imponer a su “tapado”. Cuatro sucesiones, cuatro “tapados”… y ninguno presidente.

La historia de México demuestra que los tapados tenían todo el camino puesto para ser presidentes del país, tal es el caso de Luis Echeverría, José Lopez Portillo, Gustavo Diaz Ordaz, por mencionar a algunos. Pero ninguno lo ha conseguido después de los años 2000.

Carlos Salinas de Gortari fue el último mandatario en poner en práctica dicho ritual de lealtad priista, al nombrar al difunto Luis Donaldo Colosio. Pero ahí terminaron los precedentes.

Porque después, ni Ernesto Zedillo pudo. Tampoco los panistas Vicente Fox, ni Felipe Calderón pudieron, y aunque Enrique Peña Nieto quiso recuperarla e imponerse al designar un tapado, la historia se cuenta sola.

Para los comicios del 2000, Ernesto Zedillo propuso al sinaloense Francisco Labastida, pero fue el panista Vicente Fox Quezada quien ganó esa elección.

Luego, en el proceso electoral del 2006 Vicente Fox quiso aplicar la regla priista y tenía como favorito sucesor a Santiago Creel, pero el michoacano Felipe Calderón ganó las elecciones internas de partido.

En el 2012, en la recta final de su sexenio, Felipe Calderón pretendía dejar el poder en manos de Ernesto Cordero otorgándole la candidatura blanquiazul, pero para nadie es secreto que Josefina Vázquez Mota terminó siendo la candidata, misma que perdió ante Enrique Peña Nieto.

Seis años después, para las elecciones del 2018, el priista Enrique Peña Nieto quiso retomar la práctica del tapadismo, escogiendo a alguien de entre su círculo cercano, como José Narro, o Miguel Ángel Osorio Chong, como posibles sucesores, y, aunque su tapado era Aurelio Nuño, terminó por decantarse por Jose Antonio Meade, quien perdió ante el candidato de MORENA, Andrés Manuel López Obrador.

Un poco de historia

Algunos autores coinciden en que comúnmente el proceso del destape se daba cuando faltaban dos años para el proceso electoral, no a tres como lo ha hecho en esta ocasión el presidente de México Andrés Manuel López Obrador.

El Tapadismo permitió establecer la famosa “Dictadura Perfecta” en México. De esta manera el presidente en turno podía elegir a su candidato favorito, para garantizar la permanencia de su partido en el poder.

Investigadores como Eduardo Reyes Galicia, doctor en Ciencias Sociales del Tec de Monterrey, para que el tapado tuviera su lugar asegurado para el siguiente sexenio, se establecían una serie de reparticiones de cuotas que garantizaban que todos quedaran conformes con la designación.

En el pasado, antes de que el presidente en turno impusiera al que sería su sucesor, el tapado solía hacer apariciones en público para colocarse de poco en poco en el imaginario de los mexicanos.