Corría el mes de noviembre de 2012. El entonces virtual secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, se disponía a presidir una conferencia de prensa en la Ciudad de México. El motivo: la presentación del gabinete legal del presidente electo, Enrique Peña Nieto (PRI).

Además de presentar a las mujeres y hombres del nuevo gobierno, en el círculo cercano del nuevo mandatario en México se había acordado erradicar de los discursos oficiales la crisis de inseguridad en el país. Aunque en 2012 ya había una tendencia a la baja, sobre todo en homicidios dolosos, que se dispararon durante el sexenio de Felipe Calderón (PAN) a raíz de su declaración de guerra contra el crimen organizado y el narcotráfico, el nuevo gobierno estaba dispuesto a mirar hacia otro lado y colocar en la agenda nacional temas más rentables políticamente hablando como erradicar el hambre, apoyar a los emprendedores, fortalecer programas sociales y cumplir compromisos de grandes obras de infraestructura en el país como trenes en Guadalajara, Monterrey, Ciudad de México y Toluca.

Durante los primeros meses de administración, la estrategia funcionó a medias; incluso hubo algunas estadísticas a la baja en distintos delitos y eso provocaba alegría para los recién llegados a Los Pinos (entonces, sede del despacho del Presidente de la República).

La ilusión duró poco. Conforme pasaba el tiempo, los crímenes, la violencia, la inseguridad, las masacres, las violaciones a los derechos humanos, las desapariciones y en general delitos del fuero común, se dispararon. Luego, llegó el tema de Ayotzinapa que perforó una herida profunda y dolorosa en el corazón de la sociedad mexicana con la desaparición y muerte de 43 estudiantes normalistas en una trágica noche en Iguala, Guerrero. Toda la estrategia se cayó a pedazos. El resto, fue historia: la corrupción y la inseguridad despedazaron la imagen del priismo de entonces.

A su llegada al poder, el Presidente Andrés Manuel López Obrador sí le entró al tema: dijo que todas las mañanas iba a sostener reuniones con su gabinete de seguridad, pero que la estrategia sería prevenir la inseguridad, ir a las causas y generar más bien una política de abrazos y no balazos, disminuir los enfrentamientos y pacificar al país. Para ello diseñó programas como Jóvenes Construyendo el Futuro y Sembrando Vida.

Al momento, no hay evidencia de que esos programas se relacionan con el tema de la violencia, porque los niveles de inseguridad siguen al alza.

En lo que va del sexenio de López Obrador, se han registrado 89 mil 180 homicidios dolosos, contra un total de 156 mil en el gobierno de Peña Nieto, 120 mil 463 en el de Felipe Calderón y 60 mil 280 de Vicente Fox.

Al comienzo de la actual administración, el Presidente tenía una gran habilidad para marcar la agenda pública cada día, sin embargo, en los últimos meses, los temas de inseguridad han exigido una respuesta más acertada por parte de las autoridades. ¿Pasará lo mismo que con Peña Nieto? Solo el tiempo lo dirá.