Aquello parecía sacado de una muy mala película de terror: varios vehículos acelerando por algún bulevar, descargas de balas al aire. Y, conforme pasaba el tiempo, parecían acercarse más y más.

Y que estuvieran más cerca no era buena noticia. Y nunca lo fue. Un taxista, un mecánico, un estudiante, una familia entera, un migrante nicaraguense, inocentes todos, cayeron fulminados a sangre fría uno a uno, sin causa aparente. Sin saber lo que pasaba.

No había una justificante para tanto terror. Ni un ajuste de cuentas, ni un amago ante alguna traición. Lo que sucedió en la fronteriza Reynosa, Tamaulipas el fin de semana pasado fue un ejercicio de miedo por parte de un grupo criminal para demostrar a sus rivales, muy a su manera, a quién le pertenece dicho territorio. A costa de la vida de quince inocentes.

Y aunque la violencia persé pareciera ya no ser noticia, porque Reynosa lleva asediada desde hace décadas, siendo el sitio de enfrentamientos entre cárteles, el recrudecimiento de los encuentros, ha marcado una nueva etapa: El asesinato de inocentes al azar.

Para el académico Rogelio Barba Álvarez, profesor investigador del Departamento de Ciencias Penales del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara, el hito, diferencia a las organizaciones criminales mexicanas por el simple hecho de haberse olvidado por completo de los códigos éticos, aunque parezca contradictorio.

Mientras en México parecieran olvidados, en Italia, por ejemplo estas organizaciones tienen códigos, los cuales deben respetarse, menciona el investigador.

“Esa es la gran diferencia, entre las organizaciones criminales mexicanas y las organizaciones criminales italianas. En Italia, existe La Mafia, o conocida también como la Cosa Nostra, la Camorra, la ‘Ndrangheta, La Sacra Corona Unita. Son organizaciones criminales que están catalogadas en el código penal como mafias, y algunas como similares. Y ahí se establecen por ejemplo, la integración, a formulación, los fines, los códigos dentro de las organizaciones y uno de los códigos tiene que ver con la Omertá. Hay un código de honor que no está establecido en el código, en el concepto de mafia, pero que si se lleva a la práctica”, describió.

Para el investigador de la Universidad de Guadalajara, las circunstancias de los grupos criminales se basan más en otro tipo de metas, pero sobre todo comunicar un mensaje escrito con sangre, no importa a costa de qué ni en dónde.

Aquí en México estamos muy lejanos de tener una organización criminal con esas características de La Mafia, en dónde se respeta por ejemplo a las personas mayores, a los menores, a las personas con discapacidad, a las familias, y obviamente aquí se hace una criminalidad sin prejuicios, una criminalidad que busca más la sangre, la venganza. Buscan imponerse a través del terror, de la intimidación, en contra de otras organizaciones criminales pero también esos mensajes que hacen estos grupos criminales aquí en México, como lo que pasó en Reynosa, lo que pasa en Guanajuato, y otras tantas localidades del país, lo que hacen es dejar un mensaje a las otras organizaciones o al mismo estado para imponer terror, imponer su sello, su marca y poder apoderarse de los territorios estratégicos para seguir su modus vivendi, dentro de las organizaciones criminales. No vamos a esperar benevolencia por parte de las organizaciones criminales, vemos con atrocidad que han muerto niños, jóvenes, bebés, personas mayores”, lamentó el académico.

 

La figura de “hombre de honor” ha desaparecido por completo del imaginario del criminal promedio en el país, mencionó Barba Álvarez.

“No existe ese hombre de honor que sí existe en otras latitudes como en la Mafia Siciliana. Son organizaciones desmesuradas por el poder, que matan a diestra y siniestra a gente inocente, a gente ajena a las organizaciones criminales, y en territorios estratégicos, que permitan la hegemonía de su poder”.

La mega división de los grupos criminales, también es otra de las razones que podrían estar detrás de los dolorosos escenarios en distintos sitios del país, mismos que lamentablemente ya no sorprenden a los mexicanos.

“La fragmentación, la escisión de los grupos hegemónicos permite ese derramamiento de sangre cotidiano, que se ha convertido en una carnicería y que ya no alarma a la sociedad. Ya estamos acostumbrados. Nos han acostumbrado las autoridades y la misma criminalidad a soportar este tipo de noticias, que antes nos preocupaban, y ahora tenemos que convivir con estos episodios sangrientos”.

El especialista en Seguridad de la Universidad de Guadalajara agregó que pareciera que estas acciones de violencia, están lejos de ver su fin gracias a la falta de organización por parte del Gobierno y a las lagunas que hay en la Ley.

No se ve  que pueda disminuir por alguna falta de voluntad, por una política criminal integral para poder contener este tipo de organizaciones que se han apoderado por esa hegemonía y ese modus vivendi, que ellos ven muy fácil, y que es una puerta falsa, porque es muy difícil que puedan detener a una persona, la puedan enjuiciar y sentenciar. Entonces ellos aprovechan la desorganización que tiene el estado, el desinterés que hay por parte de estos cuerpos policiales y de ciertos representantes o autoridades, entonces esto se aprovecha con la finalidad de continuar con su carrera criminal, que en muchos casos va en ascenso. Esa es una muy buena muestra clara de esta actividad sangrienta, desprejuiciada, inmotivada que estamos viviendo día con día y que las notas que vemos en Reynosa, y Guanajuato y en otras partes del país, pues vemos que poco se puede resolver por parte de las autoridades”.

El académico señaló que a los mexicanos en general se les debe una explicación multidisciplinaria desde el punto de vista criminológico para que se entienda qué es lo que se tiene que trabajar para poder contener esta criminalidad que va en ascenso desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo. “Que no nos merecemos este tipo de vida y que se tiene que trabajar en una sociedad organizada y democrática”, finalizó.