En cualquier competencia el árbitro está condenado a que le mienten la madre. La cuestión radica en que a ese árbitro no le tiemblen las corvas.

Es decir. El árbitro está condenado a convertirse en repositorio de la antipatía de los competidores. Y por supuesto de quienes simpatizan con alguno de los bandos en contienda. Quien pierde, desquitará su frustración en contra del oficial. Y quién gana, pregonará que triunfó a pesar de que -supuestamente- el árbitro estaba en su contra.

Las mentadas de madre, a veces más estruendosas de lo normal, no deberían asustarnos. Eso siempre se da en toda competencia. Pero lo realmente importante es que no deberían amedrentar al árbitro.

Esto es lo que vemos ahora con la embestida que Morena emprende -con toscos modales, es cierto- contra el Instituto Nacional Electoral. No debemos asustarnos por la virulencia de Mario Delgado y del impresentable Felix Salgado Macedonio. Me parece normal que los que compitan descalifiquen al árbitro para curarse en salud. Era previsible, conociendo a Morena y sus formas, que tarde o temprano emprenderían esta andanada. Quién no la veía venir, peca de ingenuo.

Pero si deberíamos preocuparnos de que el INE no termine amedrentándose. Y más por el tono que está tomando la campaña de desprestigio. Con una retórica cargada de violencia, reflejada en frases al estilo de “el INE debe morir”, “Hay que matar al Instituto”, “Que el pueblo sepa donde vive Lorenzo Córdova”. O peor aún. Decirle “Cabroncito” al consejero presidente.

La embestida tiene como origen, dos asuntos en los que el INE aplicó la ley. No sin acusaciones de doble rasero, por supuesto, pero finalmente, los dos casos que tienen que ver con Morena, están apegados a la norma.

Uno de los casos que detonó la polémica fue la aprobación de lineamientos enfocados a contener la sobrerepresentación legislativa.

El tema es muy técnico. En resumidas cuentas, diremos que estos lineamientos quieren evitar que las bancadas tengan más diputados que los que les correspondería por los votos obtenidos en urnas. Sí, leyó bien. En México los partidos han sabido adulterar la voluntad popular para tener más legisladores que los que les deberían tocar. Y no me refiero al cambio de camisetas en las bancadas (eso es derecho parlamentario y no corresponde al INE). Me refiero a las coaliciones, en los cuáles los partidos firman compromisos para regalar curules a sus aliados. Es así como el ciudadano, que no conoce los términos de los convenios de coalición, al votar por cierto partido en realidad termina beneficiando a otro.

La solución que encontró el INE no fue la más ortodoxa, y de ahí vienen las críticas, ya que repartirá las curules de acuerdo a la filiación partidista de la persona y no se atenderá al convenio de coalición. Pero la realidad es que es un problema que debe arreglarse.

La cláusula de sobrerepresentación, está plasmada en el artículo 54 de la Constitución, fracción V, y ordena que esa sobrerpesentación no exceda el 8 %. Es cierto, el problema no se arregló en 2015 cuando el PRI alcanzó una sobrerepresentación, del 9.7 %. Pero Morena no debería quejarse, pues tampoco se arregló en 2018 cuando obtuvieron una sobre representación aún mayor, del 15.7%. Aquí ningún partido puede decirse inmaculado.

El otro tema es el de Félix Salgado Macedonio, a quien se le anuló la candidatura – no por las acusaciones de abuso sexual- sino por omitir la presentación de informes de precampaña. El guerrerense -que encabeza las encuestas- se queja de que lo quieren sacar a la mala y Mario Delgado (quien por cierto llegó a la presidencia de Morena en un proceso organizado por el INE) ha abonado a esa narrativa con declaraciones tronantes que han ido subiendo de tono, específicamente en el plantón que realizaron los morenistas afuera de las instalaciones del Instituto.

Morena no es autocrítico (ningún partido lo es). No van a admitir que tienen un desorden en su papeleo. Y así se repite en muchos estados, como por ejemplo en Jalisco o Michoacán donde les anularon candidaturas porque sus expedientes estaban incompletos e integrados de manera deficiente, con cartas sin firmar o copias simples, en lugar de certificadas.

Y eso ocurre por una de dos sopas. Por un desdén a la ley, por parte de Morena o por ineficiencia. No hay de otra.

Ante tal situación, ya hay voces pidiendo que se borre de un plumazo al INE. Y eso no lo podemos permitir.

¿Por qué no podemos permitir que maten al INE?

Desgraciadamente, los consejeros en su momento le han hecho flaco favor a la institución al cobrar -ellos o sus colaboradores- sueldos millonarios, que rayan en lo insultante. Y en ocasiones hasta han presentado recursos legales para no perder un solo centavo de sus jugosas percepciones. También ha sido innegable la cercanía de algunos consejeros con los poderes fácticos. Pero aún así no me parece suficiente motivo para destruir a la institución, aunque sí para transformarla.

Quienes quieren desaparecer al INE, son embargo simplifican. Han mentido diciendo que en México tenemos el instituto electoral más caro del mundo.

No dicen que los procesos electorales son caros, porque ellos mismos han sembrado la semilla de la desconfianza, lo que derivado en que tengamos boletas electorales con más controles de seguridad que un billete. Así se han ido encareciendo los procesos electorales. También se han resistido al voto digital que ahorraría tiempo, esfuerzo y dinero.

Tampoco dicen que el INE cuenta con un Servicio Profesional Electoral, que ha permitido que esta institución lleve labores que ningún otro órgano de esta naturaleza en el mundo asume. Como por ejemplo, la administración del padrón electoral y de la lista nominal. Además de la emisión de millones de credenciales de elector que en nuestro país son las que, en la práctica, funcionan como una cédula de identidad.

Además de eso, el INE es el responsable de fiscalizar a TODOS los candidatos que participan en TODAS las elecciones, así sean municipales y estatales o diputaciones locales. En otros países, la fiscalización no la hace el órgano electoral.

También el INE lleva el control de las aplicaciones para registro de firmas de aspirantes independientes de las 32 entidades federativas, para TODOS los cargos, locales y federales. El INE además se encarga del padrón de proveedores de partidos políticos y candidatos.

Y otro auténtico rompecabezas que es atribución del INE, es la asignación de tiempos de Radio y Televisión y la vigilancia del cumplimiento de los mismos por parte de sujetos regulados canales de televisión y estaciones de radio.

Como vemos, la labor del INE no se limita solamente a organizar las elecciones. Al igual que a otros Organismos Constitucionales Autónomos se les han ido incrementando sus atribuciones, y por ende, su presupuesto, por más que crezca se sigue quedando corto.

Sin embargo, ante la opinión pública pareciera que en esta batalla, está perdida para el INE, porque ha permeado la narrativa de que es caro. En el actual régimen pareciera justificarse todo retroceso institucional cometiendo “austericidio”.

Este tipo de embestidas como la que hoy Morena emprende, se aprovechan precisamente de la ignorancia que tenemos los ciudadanos respecto a la labor del INE y de otros organismos autónomos.

Al INE, como a toda institución, se le puede transformar y mejorar. Es lo deseable.

Pero nada justifica su destrucción.

  • Twitter: @julio_rios
  • Spotify: A Contraflujo con Julio Ríos