Lo ocurrido con la Auditoría Superior de la Federación, que terminó por emitir un comunicado en la noche de este lunes 22 de febrero admitiendo supuestos errores en el Informe de la Cuenta Pública correspondiente al 2019, es preocupante. Podría reflejar una descomposición de esta institución fundamental para la rendición de cuentas y la democracia en México.

Y es que vayamos por partes.

Mucho se dijo en su momento respecto al nombramiento de David Rogelio Colmenares Páramo como Auditor Superior de la Federación. Se le acusó de que en realidad no era autónomo, o independiente, tal cual se necesita para asumir un cargo de semejante importancia.

Recordemos que se le ubicó como una propuesta del hoy presidente del Partido Acción Nacional y entonces diputado federal, Marko Cortés.

Además de que las crónicas legislativas en algunos periódicos, reseñaron que una de las bancadas que celebró con mayor estruendo la designación de Colmenares fue la del Partido Revolucionario Institucional.

También se le criticó por no ser del grupo de Juan Manuel Portal, y una vez nombrado, porque supuestamente se llevó a trabajar a gente no tan preparada.

Es por eso, que cuando se dio a conocer el resultado este fin de semana con el Informe de la Cuenta Pública 2019 -primer año de ejercicio completo del Gobierno de la Cuarta Transformación- los partidarios del presidente aseguraron que el Auditor Superior se estaba prestando al golpeteo político al asegurar la existencia de irregularidades por 67 mil millones de pesos.

Aquí hagamos una pausa. Si bien esto es delicado, no todos los señalamientos se refieren a desfalcos o desvíos. Algunos tienen que ver más con el desaseo administrativo por parte de los funcionarios: maromas del dinero de cuenta en cuenta, dinero gastado en objetivos para los que no estaban etiquetados, falta de procesos y metodologías, o que no se siguieron procedimientos de la Ley de Disciplina Financiera. Claro que también hay señalamientos graves, como pagos a empresas fantasmas, cheques a beneficiarios de programas que ya habían muerto, entre otros.

De todos los señalamientos, el que más ámpula causó, al menos en el presidente Andrés Manuel López Obrador, fue el monto de 331 mil millones de pesos derivado de la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México.

En un Gobierno que se jacta de utilizar los símbolos como un recurso efectivo de comunicación política, el nuevo aeropuerto era uno de los iconos del régimen del pasado al cual había que derrumbar a como dé lugar. Y al presidente le duele que en este tema se le esté acusando de haber derrochado.

Por eso en la conferencia matutina esgrimió que la Auditoría estaba exagerando y que le hacía el caldo gordo a los adversarios conservadores.
Por la noche del 22 de febrero, la Auditoría Superior de la Federación emitió un comunicado en el que admitía que hubo errores y deficiencias metodológicas, con lo cual tendría que corregir el documento aunque no presentó el monto correcto, ni tampoco señaló la cantidad que se tendría que modificar.

Aquí solo tenemos tres escenarios. Los tres serían preocupantes.

El primero. Que realmente hubo errores. Lo cual me parece inverosímil, pues el personal de la ASF trabaja con altos estándares técnicos y son muy minuciosos en sus revisiones. Pero si así fue, es grave que se hayan equivocado, esto reflejaría que la calidad de la Auditoría Superior se ha menoscabado.

El segundo. Sí el Auditor Superior de la Federación realmente se prestó al golpeteo político en contra del presidente, reflejaría que la independencia anhelada para este Órgano Autónomo del Poder Legislativo de nuestro país, ha quedado socavada.

Y el tercero. Sí realmente el auditor Colmenares se dobló ante la presión del Gobierno de la República, sometiéndose, también sería preocupante. Eso reflejaría que está vulnerándose esa autonomía.

Y lo peor de todo es que con esta corrección bajo presión, cuando se emitan posteriores informes de la Auditoría, otras instituciones o Gobiernos estatales y municipales podrían ampararse bajo esa cobija y decir: “La Auditoría Superior se equivoca, suele equivocarse, también se equivocó con nosotros”.

Esto es daño. La Auditoría Superior de la Federación había amasado prestigio, sobre todo en la época de Juan Manuel Portal, pues su personal realizaba un trabajo eficiente y con altos estándares de calidad.

Así que cualquiera de los tres escenarios es muy lamentable y estaría, insisto, manchando a una institución fundamental para la rendición de cuentas en México.

www.juliorios.com.mx
Twitter: @julio_rios
Spotify: A Contraflujo, con Julio Ríos
Youtube: Julio Ríos (A Contraflujo)