Lanzo esta pregunta: ¿para qué sirven los militares? En teoría, el ejército es una fuerza armada que está hecha para salvaguardar la soberanía, integridad y paz de un país, así como defender sus intereses.

La milicia también ha sido utilizada en asuntos internos, como en el caso de Colombia y por supuesto México, donde las fuerzas armadas hacen labores policiacas y de combate al crimen doméstico, pero que es tan sofisticado y organizado, que trasciende sus fronteras y se convierten en focos rojos a nivel internacional.

Los militares en muchos países también han tenido oscuros momentos en la historia, principalmente orquestando o apoyando golpes de Estado para hacerse en el poder, dejando a su paso muerte, olas de desaparecidos, violaciones a derechos humanos y dictaduras, como en los casos de Chile, Argentina, El Salvador, España y muchos otros países en el mundo.

Pongo el foco particular en México, donde las fuerzas armadas: entiéndase el Ejército y la Marina Armada de México, han realizado tareas de combate al crimen organizado y al narcotráfico desde el año 2006, a la llegada al poder del entonces presidente panista Felipe Calderón Hinojosa, quien comenzó una lucha sin cuartel contra grupos delictivos y donde los militares tuvieron un papel muy activo.

Ya en el periodo de Enrique Peña Nieto, los militares continuaron en las calles porque ese gobierno nunca vio condiciones para regresarlos a los cuarteles. Continuaron luchando y perdiendo elementos en esta guerra interminable entre mexicanos. La sangre derramada por los militares no se compara a las bajas civiles, pero siguen siendo un número considerable y aunque las cifras no se actualizan diariamente, de diciembre de 2006 a abril de 2019, 874 militares habían perdido la vida, hombres y mujeres que han dado su vida al servicio del país, que han dejado en la orfandad a sus hijos por una guerra que no tiene fin, y donde se enfrentan todos contra todos: autoridades contra delincuentes y grupos delictivos entre sí.

También en estos años, se han documentado casos de violaciones a derechos humanos y hasta ejecuciones extrajudiciales, pero lo cierto es que el ejército está entrenado para matar y para defenderse de cualquier amenaza, sea externa al país o interna y en muchos casos han tenido que sacar la cara por las autoridades locales, municipales y estatales, que ante la imposibilidad de mantener el orden y la seguridad, acudían inmediatamente al gobierno federal para solicitar los servicios de los hombres de verde.

Por ello, cómo les explicamos que claudiquen a su formación y simplemente se dejen cachetear, amedrentar, humillar por parte de la población civil, como el caso ocurrido en Acajete, Puebla, donde presuntos huachicoleros amedrentaron y quisieron desarmar a los militares. Sean o no parte de la Guardia Nacional, esta nueva corporación tiene mando militar y deben utilizar los mismos protocolos, deben proteger su vida y no pueden estar llamando a los delincuentes o sus simpatizantes a que piensen en su madre o lanzarles un ¡Fuchi Guacala!, como dice el Presidente de la República.

Ojo, no estoy diciendo que saquen las armas y asesinen a esas personas, pero no puede haber semejante humillación a una de las instituciones más respetadas de México, como es el ejército, con todo y sus errores y excesos.

Todo este planteamiento me lleva a la siguiente conclusión: ¿Para qué queremos formar una guardia nacional con elementos de élite que combatan el crimen organizado si van a ser humillados y no podrán actuar en consecuencia? ¿Queremos que los militares sigan resguardando poblaciones azoladas por la delincuencia para que solamente hagan llamados a misa y que se porten bien quienes están cometiendo delitos? Para eso, mejor que el Presidente tome la decisión de encuartelar a los elementos y les salve la dignidad, porque si solamente servirán para el Plan DNIII y para poner la otra mejilla ante cualquier cachetada, no los necesitamos en las calles.