Lo que actualmente sucede en Baja California es un claro ataque a la joven democracia del país. Tanto el poder ejecutivo como el congreso local están demostrando que no existe contrapeso entre poderes, tampoco respeto a las leyes que rigen el sistema político y electoral, ni a los derechos políticos de los ciudadanos, y mucho menos a nuestra Constitución. La convocatoria para elegir gobernador de Baja California planteó un gobierno de dos años y ese es el tiempo que debería asumir el cargo, aumentarlo es inadmisible.

Estos casos de prueba para nuestro sistema democrático nos invitan a pensar y dialogar: ¿Por qué es importante vivir en una democracia?, ¿qué papel jugamos los ciudadanos en ello?, ¿cuáles son los pendientes de nuestro sistema democrático y qué podemos hacer para mejorarlo? Entre otras preguntas más que no terminaría de mencionar, empecemos por pensar algunas ideas para responder lo planteado:

Vivir en una democracia es importante pues contempla un sistema de organización política y social en donde las personas tienen un peso significativo en la elección de sus gobiernos, quienes deben representarlos al ejercer el “poder”, además la libertad y la igualdad son elementos claves para la relación entre ciudadanos, y  a su vez entre ciudadanos y gobierno. Los derechos, la confianza y la justicia son fundamentales en un sistema democrático.

Respecto al papel que jugamos los ciudadanos en este sistema, a pesar de poder elegir de manera medianamente legítima quien nos “represente” en el gobierno, aún existen bastantes pendientes para que esta representación sea tangible. Un mínimo de la democracia es la participación electoral (votar) y un gran pendiente es ampliar la participación a la rendición de cuentas y la toma de decisiones consensuada entre representantes y representados. Y por supuesto, con libertad de expresión y garantía de derechos.

Alberto Aziz Nassif y Jorge Alonso, escribieron en 2009 que entre las principales preocupaciones para el presente y futuro de la democracia estaban las condiciones estructurales de la pobreza y la desigualdad, como limitantes del desarrollo de una ciudadanía fuerte, además de la construcción de un país de leyes, impartición de justicia, estado de derecho y redes de confianza.

Todos los pendientes mencionados hace una década por estos autores, siguen estando en la lista de grandes desafíos de la democracia actual, sumado a la gran necesidad de construir un sistema incluyente, con instituciones sólidas y un significado más próximo y positivo en la vida de las personas.

Aún así, no podemos dar ni un paso atrás en los derechos y procesos alcanzados, por lo que la observación y presión ciudadana serán claves para que casos como el de Baja California sean rechazados por la sociedad y anulados por instituciones como la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuyo indicador de progreso democrático será demostrar que defiende nuestros principios constitucionales de ésta y otras pruebas que seguramente habrán de surgir.