Entre las opciones presidenciables para el 2024, Andrés Manuel López Obrador omitió el nombre de un personaje que sin duda tiene todas las credenciales para ser postulado por Morena en el próximo proceso electoral. Se trata de Lázaro Cárdenas Batel.
Nieto de uno de los próceres de la izquierda mexicana, (el general de la Revolución Lázaro Cárdenas del Río, quien como presidente expropió el petróleo en 1938), e hijo del caudillo inmolado por el fraude electoral de 1988 (Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano, cuyo sacrificio inauguró la era del neoliberalismo), el ex gobernador de Michoacán, ex diputado federal y ex asesor de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, es hombre de todas las confianzas del presidente.
Circunspecto, Cárdenas Batel se encarga de los asuntos confidenciales o de mayor interés del presidente. Encarna mejor que nadie esa figura tan propia de la grilla mexicana, conocido como el “operador político”. Ese que alejado de los reflectores, se encarga de destrabar o amarrar acuerdos. Y también de mover fichas y cumplir todo lo que se le encarga. Con la mayor de las discreciones como virtud.
El actual Coordinador de Asesores de la Presidencia de la República, reporta directamente a López Obrador. No tiene intermediarios. Y por su habilidad, se le han encargado temas tan disímbolos, como entrevistar en su momento a los candidatos para el cargo de Secretario de la Defensa Nacional o ahora, sacar adelante el proyecto de la Presa El Zapotillo, que tiene años atorado. Dicen los que lo conocen, que saber escuchar, es una de sus grandes virtudes.
Cárdenas Batel, incluso, era la carta de López Obrador para gobernar la Ciudad de México. En 2012, intentó postularlo por las siglas del PRD, pero por motivos que nadie conoce, Cárdenas no aceptó la invitación y los astros se alinearon para el ex Procurador, Miguel Ángel Mancera.
Hay quienes creen que por esa forma adusta de ser, Cárdenas Batel, no podría ser candidato presidencial. Sin embargo, ante los ataques que la oposición externa e interna orquesta – y seguramente arreciarán- contra Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard; y tomando en cuenta que el presidente no confía del todo en Ricardo Monreal, el originario de Jiquilpan bien podría ser el as bajo la manga del presidente, y por ello, lo protege. Es decir, por eso no destapa aún esta carta de su baraja y la guarda de ser necesaria.
No sería la primera vez que aparece un candidato inesperado. Pasó con Zedillo y ocurrió con Calderón.
En épocas distintas y con otras reglas, pero finalmente en las sucesiones presidenciales no hay nada escrito.
Y si es necesario, Cárdenas Batel espera. Lejos de los reflectores, donde nadie le va a pegar. Como es su estilo.