Ni aunque se hayan cubierto con la aureola “purificadora” de la 4T durante los tres primeros años de la administración de Andrés Manuel López Obrador, y se hayan convertido en sus aliados en el Congreso de la Unión durante ese periodo para aprobar cada una de las propuestas legislativas de MORENA, tras los resultados de la elección del 6 de junio, los del Partido Verde sacaron la casta, y demostraron que básicamente, siguen siendo el mismo partido bisagra que no duda en venderse al mejor postor.
Incluso tan siguen siendo los mismos, que, en esta elección aplicaron la vieja confiable de utilizar y pagar a edecanes de las redes sociales para promocionar el voto no importándoles que violaban la Ley, pues estaban plena veda electoral.
El crecimiento del Verde es tal, que en este proceso lograron la segunda gubernatura de su historia. A esto se le suma el hecho de que el Partido Verde se vio fortalecido en el pasado proceso electoral, pues pasaron de tener once curules a 44 legisladores en el Congreso de la Unión, con lo que sus dirigentes, se han puesto más exigentes con sus antiguos compañeros morenistas.
Con todo, el Verde, fue el real ganador de la elección del pasado domingo, pues con sus números, podrá conformar un bloque con las miras puestas en la negociación ya sea con la mayoría o con la oposición. El mismo Manuel Velasco Coello, uno de los líderes del Verde, ha declarado en entrevistas con diversos medios nacionales que su partido ya está valorando de que manera estarán trabajando con MORENA.
De esta manera, aunque el Movimiento de Regeneración Nacional logró una mayoría calificada en San Lázaro, para poder pasar sus propuestas, estará prácticamente sujeto a los acuerdos, negociaciones y pactos con la bancada verde en el Congreso para así poder así, alcanzar la mayoría absoluta en su toma de decisiones.
Desde su creación el partido verde ha sido promiscuo respecto a sus ideales.
Aunque se cataloga en su ideología como conservador e impulsor de la agenda verde y medio ambiental, poco le ha importado irse a la derecha o a la izquierda del espectro político.
Si bien su fundación se remonta a la década de los ochenta, no fue sino hasta el año 2000 en el que descubrieron que podrían beneficiarse de las alianzas para obtener mayor poder. En aquél año se unieron a Acción Nacional, e hicieron a Vicente Fox, presidente de México. Tres años más tarde, giraron la tuerca y se sumaron al PRI, y en 2012 de la mano del tricolor hicieron presidente a Enrique Peña Nieto.
Y aunque en el 2018 incluso fueron de la mano del Revolucionario Institucional, un año después, en 2019, se sumaron a la 4T a través de la coalición Juntos Haremos Historia, de la mano de MORENA y el PT. Con dichos cambios, solo queda patente una cosa: En términos prácticos, los del Tucán, aprendieron a “vender caro su amor”.