En el futbol, cuando hay un resultado sorpresivo en un partido, se dice que rompió todas las quinielas.

Algo así sucedió ayer con el caso del exdirector de Petróleos Mexicanos, Emilio Lozoya Austin, quien contra todos los pronósticos y tras la primera audiencia luego de ser extraditado desde España, podrá irse a su casa o a donde quiera con un brazalete de geolocalización, siempre y cuándo no salga del territorio nacional.

Incluso, analistas jurídicos pronosticaban que – al menos – recibiría prisión preventiva de seis meses, pero no fue así. Tampoco se le fijó fianza de ningún tipo. Todo esto se enmarcó en la primera acusación, que fue la compra de Agronitrogenados.

El extitular de Pémex señala que fue intimidado, presionado e instrumentalizado, que él solo siguió órdenes, lo cual es inverosímil, Lozoya más bien parece un cómplice preocupado por salvarse de ese barco prácticamente hundido que es el grupo de personajes cercanos al expresidente Peña Nieto.

Hoy declara Emilio Lozoya sobre las acusaciones que pesan en su contra en la trama de Odebretch pero ya parece que hay una negociación muy clara entre el propio Emilio y su defensa con la Fiscalía General de la República.

La Fiscalía General de la República tenía la facultad de solicitar la prisión preventiva y no lo hizo. Esto no quiere decir que ya durante el juicio pueda ser encontrado culpable de los delitos por los que se le lleva a cabo este proceso, pero la negociación podría reducir una eventual pena a cambio de todo lo que dirá Emilio Lozoya y las pruebas que pueda presentar en el caso Odebretch y la compra de la planta de Altos Hornos de México.

Sin duda, este es un caso muy diferente a otros. Ni siquiera Personajes como Joaquín Hernández Galicia, alias La Quina, poderoso líder sindical de Pemex, encarcelado por Carlos Salinas de Gortari o Elba Esther Gordillo, lideresa del sindicato magisterial, encarcelada por Enrique Peña Nieto o la propia Rosario Robles o el exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, se mostraron abiertos a hablar, a develar las tramas de corrupción más profundas de este país, como ahora lo haría Emilio Lozoya.

Y cómo entender este fenómeno, esta especie de ruptura de una regla no escrita de la política en México. Me parece que es comprensible desde el punto de vista del proceso particular contra Emilio Lozoya, al involucrar en este caso a su Hermana, a su madre, que hasta fue detenida en Alemania y a su esposa.

Cualquier ser humano, con ese nivel de presión y acorralamiento, va a terminar cediendo.

Emilio Lozoya será el gran traidor para el círculo cercano al expresidente Enrique Peña Nieto, pero podría ser el gran héroe para la Fiscalía General de la República, que podría armar el caso mediático más importante del sexenio y hacer una carambola como en el billar: por un lado vincular a proceso a peces gordos de la anterior administración y por otro, darle al Presidente López Obrador una esfera política muy cómoda para mantener la mayoría en la cámara de Diputados y contar con votos suficientes para mantenerse en el poder.

Tampoco podemos ser ajenos a la cercanía que tiene el Fiscal General, Alejandro Gertz con López Obrador. Tan es así, que el propio Presidente habla del caso y fue el primero que reveló que Emilio Lozoya sería un testigo colaborador en el marco de su juicio.

Ojalá que este caso se resuelva, que paguen quienes tienen qué pagar por los delitos de corrupción, que sepamos realmente qué sucedió y también que este caso sea un parteaguas en beneficio del sistema de justicia en México, más allá de las ventajas políticas que puede ofrecer per sé.