Por: Tzinti Ramírez Reyes (@tzinr) |Imagen: enriquealfaro.mx

La marca de los hundred-days alfarense parece haber transcurrido en medio de interesantes anuncios, oscurecidos por importantes descalabros.

Parece que de la marca de los 100 días, pasamos la mayor parte entre el encono con el Presidente Andrés Manuel López Obrador, la controversia de los boletos regalados-comprados para ver a los Lakers y la característica más notoria de la administración estatal al momento, a mi parecer, la tendencia del gobernador Enrique Alfaro por personalizar los pleitos. Tendencia que lejos de construir, más bien ha determinado, lo que parece será, la manera de hacer “agenda pública”por parte del ejecutivo en el Estado de Jalisco.

Hemos atestiguado anuncios importantes y ya muy necesarios como el Plan de Saneamiento Integral del Río Santiago, el de la Ley de Participación Ciudadana o el plan Mi Movilidad para el reordenamiento del mal llamado transporte público del Estado.

Sin embargo, el trabajo profundo que apuntala planes como el de recuperación del Río Santiago se han visto ensombrecidos por la urgencia del gobernador por personalizar los pleitos en los que se enfrasca. Como muestra tenemos cómo la actitud y el proceder del gobernador al inicio de su administración, han marcado ya, no sólo sus primeros 100 días sino el tono con el que parece, abordará el tema de la agenda de género estatal con miras a los siguientes años.

Alfaro en el juego de los Lakers. Foto que circuló en redes sociales

Lejos de comprender que el Instituto Jalisciense de las Mujeres (IJM) más que un aparato burocrático representaba un símbolo de los logros de la lucha –porque ha sido eso, una lucha- en el tema de los derechos de las mujeres en el Estado, el gobernador se estacionó en que, lo que dice se hace, arrastrando además al Legislativo en el juego.

Sobre este último punto, el actuar de las legisladoras emecistas fue por demás lastimoso. Se entiende y además en diversos foros y espacios se argumenta que en política se ganan unas y se pierden otras y que como legislador(a) se juega ese juego. Hay diversos problemas con ese argumento en los que no entraré pero el más evidente –o eso hubiéramos creído- es que las legisladoras se vieron, por lo menos entrampadas, en justamente la lógica del ejercicio de las relaciones de poder machistas que hacen de la agenda de género una tan relevante.

La agenda de género se ve precisamente apuntalada por la urgencia de deconstruir, visibilizar y desmantelar las relaciones de poder que monopolizan el espacio de la agenda pública bajo un tradicional proceder heteropatriarcal.

Lo que Alfaro no leyó, es que la agenda de género no es local o estatal, ni si quiera nacional, es una agenda internacional, global, en la que no se habla sólo de paridad, se habla de terminar con las estructuras sociales, económicas y políticas que perpetúan las relaciones de desigualdad entre hombres y mujeres.

Por su personalidad, el gobernador terminó con sus prácticas y discursos personalizando en carne y hueso precisamente esas estructuras -comprendidas en el sentido más profundo del término-  y eso es por demás lamentable. La agenda de género es más grande que Enrique Alfaro o su pleito con prominentes feministas del Estado, es una agenda que tiene su propia inercia, insisto regional y global.

En los 100 días veo ansias de personalización y un gobernador atrapado en los atavismos machistas más simplistas. Un gobernador que se siente cómodo con el encono en lo público porque como político eso le ha funcionado. Me gustaría ver un gobernador como el Alfaro-político que defiende, moviliza, abandera luchas y dice lo que piensa, pero que use todas esas características muy suyas para personalizar no la lucha contra el 52% del electorado estatal, sino contra los verdaderos males que nos aquejan y ahí queda el pendiente de la seguridad en el Estado.

Me gustaría ver un gobernador que nos demuestre sendas ganas de personalizar en su figura la atención al verdadero dolor en este Estado, la agenda de las y los desaparecidos. Ahí queda la oportunidad de ver al Enrique Alfaro aguerrido, un Alfaro que despierte a la realidad de que esa agenda tan dolorosa como urgente, cruza también por la perspectiva de género y por tener una visión internacional para atraer las mejores prácticas, expertos, organismos internacionales, protocolos, discursos y políticas de aquellos lugares que han vivido en carne propia estos sucesos.

Desde la academia, como mujer e internacionalista puedo decirle al gobernador que el tiempo apremia y que hay talento humano en el Estado y al interior de su gabinete que puede apuntalar esa lucha que es la verdadera lucha de los hombres y las mujeres de este Estado.