De niño, al comprar leche bronca ponía a prueba las leyes de física, haciendo girar el cubo lleno de leche, y efectivamente no se caía una gota, hasta el momento en que la fuerza centrífuga se detenía.
Algo parecido pasó al presidente López Obrador, que jugó con una cubeta llena de una gran plasta apestosa, que ha salpicado a todos, pero aún falta que pueda controlar la cubeta cuando deje de sonar la música y el giro se detenga.
Había sido una semana formidable para mi cabecita de algodón. Lozoya y su operador Gertz Manero, invocaron por instrucciones del número uno, en denuncias caducas, prescritas, a diversos personajes. Y salió el primero de los videos con que se había amenazado desde la llegada a la suite hospitalaria, al testigo protegido, autor como los que acusa del delito que hoy pretende denunciar.
López Obrador, recuperó la bandera de la lucha contra la corrupción, muy golpeada y desgastada por lo ocurrido con Manuel Bartlett y sus múltiples propiedades, lo ocurrido con Irma Eréndira Sandoval, con las denuncias que militantes de Morena en contra de Yeidkol Polevsky.
Episodios numerosos, que dieron sabor a lo que va del año y que resultaron embarazosos, de los cuales salieron esgrimiendo el argumento de todos los corruptos: El poder, y quién lo tenga, será inmune y el presidente en plan de limpiador de reputaciones infectadas.
Todo era felicidad esta semana. El video filtrado milagrosamente, nadie lo subió hasta que los pidió el presidente, igual que la demanda de Lozoya. Aquí el primer punto para amargar la felicidad del presidente, se dio en la omisión de una cuestión importante: Nadie cree que Lozoya acuse por su cuenta, impedido como esta por las amenazas penales contra sus familiares directos, pero el presidente López Obrador quizo engañarse a si mismo, admitiendo que Peña Nieto, Carlos Salinas y Meade, en el caso del pacto de entrega del poder en forma tersa a la 4T. Se rompió un pacto político táctico y real con-secuencias imprevisibles, veremos si en innombrable es tal como lo pintan.
Por el lado del Panismo, se golpeó al líder de sus gobernadores, el de Querétaro, a través de uno de sus funcionarios, ya despedido. Felipe Calderón estaba metido en el caldero desde hace rato. Con esta jugada, el presidente dio un paso formidable en sus sueños, de arrasar con las elecciones del 21 en sus alegres conspiraciones desde el primer piso del Palacio.
De hecho la tribuna fácil, los seguidores simples, se la tragaron y volvieron a repuntar en una semana, nueve puntos más de aceptación popular.
AMLO se mostraba optimista.
EL PRI resultó relativamente dañado. Nadie ignora las historias de corrupción, los personajes que han destacado en ese deleznable mal propósito. Eso no va a cambiar la percepción de sus seguidores, que seguirán fieles a ellos.
Igual ocurrirá con el PAN, en cierta medida. Ricardo Anaya, reaccionó de inmediato, y su invocación lo traerá a la palestra muy pronto.
En el caso de Calderón, tampoco durará mucho en hacerse sentir una vez que vea lo que plantea el rival en la cancha.
López Obrador tendrá que pagar por ver… ya mostró su mano y su mazo.
La felicidad de AMLO, era artificial como el conflicto que supo fabricar, no en busca de combate real, y serio contra la corrupción a través de los órganos del Estado Mexicano encargados en el tema. El asunto lo maneja de forma personal el presidente, con fines políticos, por lo que es evidente, que se le nota muy contento de hacerlo.
No era porque hubiese descendido la mortalidad del covid-19, o la mortalidad de la violencia, después de todo, premió a Hugo López Gatell, con 13 organismos relacionados con la salud, por su notable labor histriónica, por alabar al presidente y por contradecirse en las cifras y decisiones técnicas para combatir el coronavirus.
Tampoco fue por la recuperación de la seguridad, la detención de Ovidio Guzmán, o alguna otra victoria similar contra la delincuencia; menos por destinar presupuesto directo a los despedidos, a las microempresas que desaparecen por miles, en tanto se fueron según datos del IMSS un millón cien mil empleos. No se recuperó nada, no, se logró nada al respecto. Al contrario surgieron dudas muy razonables sobre la viabilidad del Tren Maya, que podrá ser más caro de lo soñaron los de la 4T. Tampoco se logró algún paso sobresaliente para el saneamiento financiero de Pemex o de la CFE, no ocurrió nada de eso.
Todo lo anterior, finalmente no importa. Importa lo que pasa en la sala del Palacio Nacional, en que un egótico anciano se deslumbra a sí mismo, jugando a ser el Estado Mexicano en una sola persona. De botana, se sacrificó en la semana feliz a Nexos, oposición de alto calibre intelectual, escenario plural de la mejor inteligencia mexicana. Pura felicidad presidencial.
Pero llegó el jueves fatídico. Y el viernes mañanero. Tuvo que explicar el video de su hermano con David León, el encargado de comprar los medicamentos en el extranjero actualmente. Se defendió diciendo que en ese momento era un consultor y su querido hermano Pio López Obrador, uno más de la familia, metido en el jugoso negocio de la política, que hace a los López, la familia real y más rica de México, dueños del mayor partido en el país, con el mayor presupuesto. Lo que los ha colocado como prósperos empresarios…
Pío López Obrador, más que ímpio, tuvo su propio video, como en su momento Bejarano en la administración de AMLO en CDMX, recibiendo dinero corrupto. Bolsas más, bolsas menos, el delito es el mismo, el pecado es igual y Morena también lo tiene. ¿O solo cuenta si las bolsas tienen escudo del PRI o del PAN, o de algún enemigo de AMLO? Las otras son óbolos del pueblo, -sin tomar en cuenta los donativos de Barlett, de Slim, de Ricardo Salinas Pliego, y muchos empresarios afines a Morena, que eran y siguen siendo de la Mafia del Poder.
El viernes se tuvo que dar la explicación que era dinero aportado por los pobres que deseaban el triunfo de Morena en Chiapas. Por favor, si ni para las Iglesias, es ahora la población, tan generosa, ni para el Teletón, u otros proyectos humanitarios.
AMLO quiere ser lavado de culpa con su popularidad. El golpe fue similar al que el dio, directo, seco, internacional, sin Lozoya de por medio.
Ahora, AMLO se ha refugiado en los neoliberales de antes, los de la televisión abierta, que dicen sus panegiristas los tiene “controlados”. La otra es la vacuna que el neoliberal Slim que promoverá con un precio de entre 65 a 80 pesos para prevenir el Covid-19.
¿Será un simple placebo? Qué maravilla la intervención mexicana ya que esta vacuna se venderá en otros lugares a más de mil pesos y hasta casi 4 mil pesos. AMLO supone que la vacuna reflejará la victoria electoral, los olvidos de apoyos, la destrucción del sistema de salud mexicano, el arribo del inepto López Gatell, uno de los políticos más rastreros que ha fincado su acierto en alabar el delirio del Presidente, además de la destrucción de la economía mexicana con su bajísimo PIB y su enorme desempleo, sin apoyo alguno.
Era su victoria sobre el Covid-19, aunque lleguemos a 70 mil muertos o más. Claro, para el gobierno federal es muy cómodo porque ellos ya no necesitarán la vacuna. Pero la realidad no se supera con shows, y no es el único que puede montarlos. Aún falta mucho por ver, que el golpe de su hermano fue muy inesperado.
Fuentes cercanas, que despachan en Palacio, dicen que Andrés Manuel se desencajó al ver el video de su hermano.
Hoy la farsa de Lozoya, acusando delitos con penas nulas por el tiempo que ya pasó, ya no garantiza el derecho de golpear.
El que prende el fuego, y pretende propagarlo en el bosque termina muchas veces siendo devorado por su iniciativa.
Ciertamente, para ser tan evangélico, no prestó atención a la advertencia ante la lapidación de la mujer adúltera, que hizo Jesucristo, en relación a que para tirar piedras, hay que estar libres de culpa.
Pero es un show personal, del hombre que se cree México el sólo, que vive y disfruta de la confrontación, del señalamiento, pero que no le gusta que el fuego le llegue a él a los aparejos… ¿Será como su pretendida victoria del huachicol, que generó una tragedia de más de un centenar de muertos en Hidalgo? Además de paralizar al país en sus medidas irresponsables de cerrar los ductos. Lo más triste es que nadie fue detenido o juzgado por ello.
¿Por qué ahora lo va ser con Peña Nieto, Salinas, Calderón, Anaya, etc?, que son ahora el compromiso necesario de llevar a prisión, para que sea creíble el caso Lozoya. Todos a la cárcel, sin soportar verdaderamente la prueba. Ahí se puede hundir esa campaña de AMLO, el exProcurador Ignacio Morales Lechuga, lo advirtió. Pero que siga la fiesta…