Al momento de escribir esta columna, un día después de lo usual por la coyuntura de la jornada electoral, ya se tiene a la mayoría de los virtuales vencedores de los comicios 2021.

El propósito de escribirla no se refiere al proceso electoral en general y sus resultados, de lo cual ya ha corrido bastante tinta en tan sólo veinticuatro horas, sino en lo específico al caso sonorense, que suele quedar olvidado a pesar de su protagonismo en la política nacional desde hace más de un siglo.

Sonora, tradicionalmente príista, experimentó por primera vez la alternancia en 2009. En aquella ocasión, el vencedor en la contienda por el gobierno del estado fue el panista Guillermo Padrés Elías.

El motivo principal de que ganara Padrés Elías obedeció a la factura que pagó la administración de Eduardo Bours Castelo, derivado de la tragedia de la Guardería ABC, en lo que no ayudó mucho la pésima relación que el gobierno sonorense tenía con la administración calderonista.

En fin, alguien tiene que pagar y, para mala fortuna de Bours Castelo, la tragedia de la Guardería ABC estuvo muy cercana a las elecciones estatales, lo que terminó colaborando con el panista vencedor.

En esta ocasión, se repite que la administración que no logrará heredar el poder es de extracción príista, pero ahora deberá entregar el estado a MORENA, en manos de Alfonso Durazo Montaño.

El caso ahora es muy distinto. La actual gobernadora sonorense trató de llevar una relación cordial con el gobierno federal, sabedora del trato duro e inhumano que López Obrador puede infligir a quienes se atrevan a encararlo. De tal manera, prefirió llevarla en paz a lo largo de los tres años que le tocó tratar con el político tabasqueño.

Tampoco se advierte que los sonorenses hayan podido estar molestos por alguna tragedia de tal magnitud a la de la Guardería ABC, como para pensar que fue una factura que tuvo que pagar la actual administración priísta.

En otro aspecto, Sonora se caracteriza por ser un estado productivo, de gente impuesta a luchar por recursos que en otros estados se dan de forma abundante y natural (como el agua), debido a su situación geográfica.

A pesar de tantas carencias naturales por su amplia extensión desértica, es un estado que produce y comercia bienes codiciados en el extranjero, como su carne de res y cerdo, pescados y mariscos y una amplia variedad de productos agrícolas, entre otros, de tal manera que no parece ser una sociedad que se encuentre a la espera de que una clase política les resuelva sus problemas.

Bueno, hasta el chiltepín es una joya sonorense que, curiosamente, es endémico del desierto y es de la mejor calidad si se obtiene de su forma silvestre.

Por lo mismo, tampoco parece que los sonorenses se hayan decantado por una propuesta que prometió “los principios de la cuarta transformación” que, sea lo que sea que eso signifique, tiene una clara tendencia a venderse como los “salvadores de los más necesitados”, con el fin de lograr su dependencia del gobierno en turno y el beneficio clientelar-electoral que ello conlleva.

No puedo formular una teoría al respecto, pero, visto lo anterior, me parece que los sonorenses quisieron experimentar.

Lo que me queda la duda es la razón por la cual lo hicieron. Cierto es que la seguridad, por ejemplo, es un tema que presenta un deterioro acelerado en el estado. Pero, sin que ello sea justificación, la seguridad pública es un asunto que excede a los 32 gobiernos estatales, de modo que me parece motivo insuficiente para focalizarlo únicamente en un sentir sonorense.

Además, justamente la seguridad fue la principal responsabilidad del virtual gobernador electo Durazo Montaño, durante su paso por el gabinete federal, en lo cual no dejó resultados alentadores.

Así que, si los sonorenses tomaron su decisión con base en lograr una mayor seguridad para los suyos, desconozco en dónde está la lógica de escoger la opción que les presentó el ex Secretario de Seguridad Ciudadana.

No sé si los sonorenses sintieron que con la opción por la cual votaron realmente van a mejoras las cosas en el estado.

Me parece que, más bien, al ser un estado que parece muy lejano de los problemas del centro y sur del país, no tienen idea del poco o nulo éxito que han tenido las administraciones morenistas, de modo que pudo parecerles fácil comprobarlo directamente.

O puede ser que, en aquél 2009, que terminó en un 2015 en el que le devolvieron el poder al PRI, no les fue suficiente la mala experiencia. Y quizá, al ser un pueblo que produce a pesar de la adversidad, 6 años les parezcan pocos.

 

* El autor es licenciado en derecho y maestro en transparencia y protección de datos personales. Actualmente ejerce en el Poder Judicial de la Federación. También ha prestado sus servicios al INAI y a la SEGOB, entre otras instituciones.