El rechazo al registro de 21 candidaturas de Morena y una del Verde, ha sido aprovechada por estos partidos, para criticar con dureza al Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco (IEPC) y sembrar la semilla de la desconfianza contra el árbitro electoral. Pero también para sospechar que la anulación, sobre todo en Tonalá , Tlajomulco y Zapotlanejo, se gestó en el interior de Morena, a raíz de las pugnas intestinas en el partido lopezobradorista.

Vayamos por partes.

Si al IEPC se le puede acusar de algo, es de verse totalmente rebasado con la nueva realidad electoral. Pero me parece desproporcionado acusarlos de urdir supuestas consignas perversas contra una fuerza política, como han querido dar a entender los morenistas.

Los factores que provocaron el caos – inédito hay que decirlo- en la aprobación de candidaturas por parte del órgano electoral local (que se prolongó por 30 horas) fueron diversos. No podemos señalar a un solo factor, así que enumeraremos algunos.

Para empezar, en esta ocasión participan trece partidos políticos en Jalisco (esto abría el abanico a 1,625 posibles planillas a revisar), además de los candidatos independientes

Los candidatos tenían que cumplir con una cascada de nuevos requisitos que el IEPC tenía que revisar, como por ejemplo el 3de3, que es obligatorio para algunos servidores públicos, pero no para otros, lo cual vino a complicar la ecuación. Estos requisitos se suman a los ya tradicionales: constancias de residencia, certificación de credencial de elector (por cada aspirante a regidor, síndico, alcalde o diputado) y los documentos donde candidato y partido aceptan la postulación; entre otros.

Además el IEPC tuvo que verificar el cumplimiento de los bloques de paridad de género y la conformación de planillas con mujeres y hombres. Lo que se conoce como paridad vertical y horizontal. A esto se suma que se debía verificar el cumplimiento de candidaturas de jóvenes e indígenas.

El IEPC tiene que ser autocrítico. Se vio rebasado. Y debe de mejorar sus procesos. Además de que no parece que haya sido buena idea cambiar a las personas que ocupaban la Secretaria Ejecutiva y la dirección jurídica, con el proceso electoral encima.

A esto se suma que el IEPC quedó exhibido cuando los partidos políticos mostraron, con acuse de recibo en mano, que sí habían entregado ciertos documentos que misteriosamente no constaban en los registros del órgano electoral, quién sabe por qué falla de organización.

Pero Morena también tiene que ser autocrítico. Victimizarse y acusar al instituto de servir a supuestos intereses mezquinos es una forma fácil de esquivar su responsabilidad en este desgarriate.

En Morena entregaron todo su papeleo desorganizado y en el último minuto del último día. Todo eso vino a complicar aún más la situación que ya rebasaba al IEPC por el cúmulo de trabajo. Quienes revisaron estos expedientes así lo manifiestan: copias simples de documentos que debían estar certificados, cartas sin firma, ausencia de cartas de residencia y en el caso de Mazamitla, hasta una copia alterada de una credencial de elector.

Los expedientes estaban incompletos. Y aunque hubo documentos que podían subsanarse, hay dos, que no pueden corregirse: la carta donde el candidato acepta ser postulado y el oficio donde el partido político notifica que efectivamente, postula a esa persona. Por elemental lógica, sin esos documentos no puede haber candidatura.

Todos los demás documentos pueden requerirse por parte del IEPC, para subsanarse la falla y con ello privilegiar el bien mayor del derecho a ser votado y que la sociedad tenga la posibilidad de sufragar por esa persona. Y con este criterio, se lograron salvar muchas candidaturas de diversos partidos.

Sin embargo, las candidaturas que no pudieron salvarse en Morena, es por la falta de los dos documentos que ya mencioné. “Ahí no hay forma de ayudarles”, me comentó un conocedor del derecho electoral.

Es ahí donde se fortalece la sospecha del fuego amigo en Morena. ¿Como es posible que el partido haya obviado estos documentos que son de FUNDAMENTAL IMPORTANCIA. Es inverosímil.

O de plano son ineficientes e ignorantes de la norma, o hubo dolo de los mismos morenistas para perjudicar, principalmente a Sergio Chávez, a Marcela Michel y a Gonzalo Álvarez, quienes por cierto, no debieron haber confiado a ciegas en el partido, sobre todo con el clima de enfrentamiento interno que había prevalecido en las últimas semanas.

Los otros casos, el de Luis Michel y Luis Munguía, ambos candidatos en Puerto Vallarta (por Morena y por el Verde respectivamente) tienen otras explicaciones. En el primer caso, Morena se pasó por el arco del triunfo los criterios de paridad de género en los bloques de competitividad y metió puros hombres en los cinco municipios más poblados. Por ello, debe de sustituir a su candidato por una candidata. En el caso de Luis Munguía, el pecado de saltar a tres partidos distintos en menos de dos meses, le cobró factura.

No creo entonces en la teoría de una conspiración inconfesable en contra de Morena, tal y como lo acusan. Entiendo que estamos en campaña y ellos están en su papel, acusando al arbitro electoral, mientras pelean en tribunales algo que pudo haberse solucionado muy fácilmente en su momento. Y aunque todo indica que el Tribunal Federal Electoral terminará regresando las candidaturas a Morena, sus abanderados habrán perdido, en el mejor de los escenarios, un valioso mes de campaña. Si no es que más.

Pero poniendo en la mesa una analogía futbolera: El árbitro está condenado a que le mienten la madre haga lo que haga. El rival que sea derrotado siempre enfocará su furia contra el silbante, para tratar que el aficionado olvide crasos errores, a veces frente a la portería vacía.

O en este caso, para desviar la atención de las rivalidades internas en el equipo de camiseta guinda.

www.juliorios.con.mx
Spotify: A Contraflujo con Julio Ríos
Twitter: @julio_rios