• Columna de opinión.
  • Escrita por: Oscar Miguel Rivera Hernández.

¡Hola! Nuevamente, yo aquí compartiendo una reflexión, análisis o impresión, según la perspectiva que le vean, sobre, la polémica “Reforma Judicial”. ¡Ah, famosa reforma judicial! ¿Qué no dijeron los que nunca faltan, esos “defensores de la justicia” (es decir, los que prefieren que todo siga igual, no vaya a ser que se les mueva el banquillo)? Pues bien, resulta que el presidente ha decidido meter mano al Poder Judicial con una reforma que, para variar, ha causado un gran revuelo. Y no, no se trata solo de hacer cambios estéticos o mover un par de sillas; esto va de fondo, aunque a algunos les duela admitirlo.

Primero, se nos viene una Suprema Corte reducida a nueve ministros en lugar de los actuales once. “¡Qué tragedia!”, dirán algunos, “¿y ahora qué haremos con menos ministros que nos digan qué es lo correcto?”. Porque claro, esos dos puestos menos son justo lo que va a desmoronar la justicia en México, ¿no? Pero lo más interesante es que desaparecen las dos salas para que todo se decida en el pleno de la Corte. ¡Qué bueno, ya era hora de que todo se discuta públicamente y sin cortinas de humo! A ver si así los ministros se ganan su salario, que no es cualquier cosa, dicho sea de paso.

Y hablando de elegir a los ministros, aquí viene la parte más jugosa: ¡voto popular! Sí, querido lector, tú que estás harto de que todo se decida entre pasillos oscuros, ahora podrás votar por los ministros, magistrados y jueces. Y no creas que es una elección cualquiera, no, señor; el próximo año, 2025, habrá una elección extraordinaria con campañas de 60 días del Consejo de la Judicatura. ¡Sufragio efectivo, justicia para todos! Claro, ya veremos cómo se arma la campaña. ¿Te imaginas a los jueces haciendo spots como si fueran candidatos al Congreso? “Vote por mí, que yo sí sé aplicar la ley”.

Por otro lado, se crea el Tribunal de Disciplina que, aunque no puede destituir a ministros, sí tiene la facultad de promover juicios políticos en su contra. Un pasito más hacia la transparencia, o al menos eso esperamos. Pero ojo, que los juicios también tendrán que ser más rápidos. ¡Por fin! Porque si hay algo que nos desespera a todos, es la lentitud con la que se resuelven los casos. Pareciera que los juicios se alargan solo para darle emoción a la trama. Y lo mejor de todo: ajustes legales para que el Poder Judicial no pueda revertir leyes aprobadas por el Congreso.

Esto ya es el colmo para algunos que andan sudando frío. Porque claro, siempre ha sido muy conveniente que cualquier ley incómoda pueda ser “revisada” y, con un golpe de pluma, decirle adiós. Pero ahora se acabó esa fiesta. ¿Quién dijo que los jueces eran los que mandaban en el país? Pues parece que no. Ah, y no podemos olvidar el simbolismo. Ya lo dijo Gerardo Fernández Noroña: “¡Viva México, cabrones! Sacamos adelante esta reforma”. Porque aquí, querido lector, lo que importa es el espectáculo. No hay mejor forma de celebrar la “justicia” que con una buena dosis de patrioterismo y unos cuantos “vivas”.

Todo sea por demostrar que en México manda el pueblo… o eso nos quieren hacer creer. Así que ahí lo tienen. Una reforma que promete cambiar las reglas del juego, y que ha dejado a más de uno rascándose la cabeza. Porque claro, todo es rispidez, pleitos, insultos y memes en redes sociales, mientras el fondo del asunto sigue siendo una incógnita para muchos. Lo único seguro es que, nos guste o no, las cosas están cambiando. ¿Para bien? Eso está por verse. Y en medio de este show, aparece la senadora Lili Téllez, con su ya famosa intervención en la que no se limitó a exponer ideas, sino a insultar, llamando “Bellaco” a Fernández Noroña. Porque claro, en lugar de elevar el debate, lo que tenemos son insultos de barrio.

El Senado se convierte en una especie de circo donde los argumentos serios son reemplazados por burlas. Lo que sí es que, mientras tanto, algunos se aferran con uñas y dientes a sus privilegios, mientras otros ya preparan su campaña para ser el próximo juez elegido por el “soberano pueblo”. La verdad es que, entre simbolismos, discursos grandilocuentes y pleitos mediáticos, lo que realmente queda en juego es el futuro del sistema de justicia en México. Y mientras unos celebran con aplausos y “vivas”, otros se preguntan qué tipo de justicia nos espera. Pero no se preocupen, al final del día, todo esto no es más que otra batalla política, donde lo importante no es lo que se discute, sino quién gana el round.

Mientras tanto, el PAN sigue demostrando que su capacidad de liderazgo se está desmoronando. Un claro ejemplo es el voto que se les escapó de Yunes, un golpe más a la ya débil estructura del partido. Morena no tuvo ni que sudar: con esta traición, obtuvo la mayoría calificada, allanando el camino para aprobar la reforma judicial. La oposición, cada vez más fragmentada, parece no poder hacer otra cosa que seguir lamiéndose las heridas.

Lo más curioso de todo es que, mientras la oposición se desmorona entre insultos y traiciones internas, Morena sigue avanzando a paso firme. Y sí, se podrían haber hecho las cosas mejor, con un debate serio y profundo, pero cuando tu oposición anda más preocupada por inventar apodos que por legislar, ¿Qué podemos esperar?