• Columna de opinión.
  • Escrito por: Eduardo González Velázquez.

Esta semana murió a los 100 años de edad el exsecretario de Estado norteamericano (1969-1977), Henry Kissinger. Toda una vida del también exasesor de Seguridad Nacional dedicada a cambiarle la existencia para mal a millones de personas. Fueron años sentado detrás del poder para imaginar, diseñar y ejecutar acciones de intervención militar y de espionaje en muchos países en todos los rincones del planeta.

Décadas dedicadas a fortalecer la presencia estadunidense en diversas geografías y a terminar con todos los gobiernos que la Casa Blanca mirara como “hostiles y peligrosos” por empeñarse en construir una historia para sus pueblos alejada del dominio norteamericano.

El exasesor de 12 presidentes estadunidenses desde John F. Kennedy hasta Joe Biden, estuvo involucrado activamente en el golpe de Estado contra el presidente chileno, Salvador Allende; en el bombardeo secreto de Camboya en 1970; en las ejecuciones de centenares de personas en América del Sur mediante la Operación Cóndor; en la limpieza étnica acometida por el dictador indonesio Suharto en Timor Oriental; en el sostenimiento del régimen del sah Reza Pahleví en Irán; en el apoyo al apartheid en Sudáfrica, entre otras intervenciones llevadas a cabo que le costaron la vida a miles de personas.

Cualquier lugar que considerara que se encontraba dentro del área de “influencia y control” de Estados Unidos era una geografía justificada para cancelar proyectos de gobierno autónomos e instalar a personajes en el poder que respondían a las órdenes de la Oficina Oval.

Los años de atrocidades y ataques sangrientos a miles de personas en varios países y la desestabilización de gobiernos democráticamente electos no fueron suficientes para negarle el premio Nobel de la Paz en 1973, concedido ex aequo junto al norvietnamita Le Duc Tho —quien lo rechazó—. Sin duda, ese acto ha sido de los más controvertidos de la historia, y de los reconocimientos más inmerecidos de que tengamos memoria. Incluso, dos miembros del comité Nobel encargado de adjudicar el galardón terminaron dimitiendo.

Sin duda, al golpista que afirmaba: “Lo ilegal lo hacemos inmediatamente”. “Lo inconstitucional tarda un poco más”, yo no lo extrañaré.

  • Profesor del Tec de Monterrey
  • @contodoytriques