• Por: Eduardo González Velázquez.

Mi despertador sonó a las 4:45 de la mañana el 27 de junio. No tenía margen de error. Mi asistencia a la conferencia Mañanera del presidente, Andrés Manuel López Obrador estaba programada para ese día.

El trámite para acceder a Palacio Nacional había sido sencillo gracias a la atención muy atenta de Danahe Lezama del equipo de prensa de la conferencia. Acceder al ejercicio periodístico solo me requirió solicitar mi ingreso, mandar algunas piezas periodísticas de mi autoría y proponer algunas fechas para asistir. Todo corrió como el agua.

La primera opción para trasladarme a mi cita era el Metro desde la estación Coyoacán y bajarme, luego de un trasbordo, en Allende y caminar al Zócalo. A pesar de mi temor a utilizar los servicios de taxis tradicionales y de plataforma, pedí un Uber desde avenida Barranca del Muerto esquina con Mixcoac hasta Palacio Nacional. A las 5:50 ya estaba formado por la calle de Moneda listo para ingresar.

Una vez adentro del recinto colonial me informaron que por ser la primera vez que cubría la conferencia no tenía derecho a participar en el sorteo para la asignación de lugares, así que esperé a que me dijeran dónde sentarme. Los asientos sorteados son los de la primera y segunda fila, a mí no me fue tan mal logré sentarme en la tercera línea justo a un lado del pasillo central.

7:15 de la mañana comenzó la conferencia. Participaron Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana; Luis Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional; Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, entre otros. La conferencia duró tres horas, la primera parte fue el informe quincenal sobre seguridad y prevención de las adicciones. Este día no alcancé a preguntar, pero me dieron acceso para regresar al día siguiente.

El miércoles 28 de junio, la estrategia para llegar a mi cita mañanera fue la misma que el día anterior. Ahora si participé en el sorteo que se realiza de frente a todos los asistentes y quedé ubicado en la primera fila. El tema central era “¿Quién es quién en las mentiras de la semana?”, sección conducida por Ana Elizabeth García Vilchis que cumplía dos años como parte de la conferencia. Luego de ventanear y hacer evidente las noticias falsas que circulan en la semana, se dio paso a las preguntas.

“Comenzamos contigo”, dijo el presidente al tiempo que me señalaba. Luego de presentarme como periodista de Rumbo MX y profesor del Tec de Monterrey, le planté la primera pregunta: señor presidente, ¿Cómo explica que en nuestro periodo de mayor democracia electoral desde mediados de los años noventa a la fecha es cuando más violencia y polarización social tenemos en México? El cuestionamiento tiene su origen en el sentir ciudadano que afirmaba a pie juntillas desde finales del siglo pasado que una vez que viviésemos en democracia los problemas de nuestro país se reducirían considerablemente.

Esa afirmación tenía sustento en la idealización de la democracia desde el corazón de un sistema político autoritario. Al paso de los años, luego de las constantes alternancias electorales en los tres niveles de gobierno y una democracia más desarrollada, vivimos en México un periodo de violencia que no habíamos experimentado en los años previos a la llegada de Vicente Fox a la presidencia de la República.

No tengo duda que López Obrador si entendió mi pregunta, pero le dio la vuelta: “De los noventa para acá hubo una gran simulación”, aseguró que no hemos vivido en democracia. Solo le faltó decir: la democracia soy yo. Luego de 50 minutos de darle vueltas a mi pregunta, de nunca mencionar siquiera la palabra violencia no me contestó. A pesar de que a la mitad de su intervención le aclaré que fuera como fuera hoy tenemos en México mejor democracia que antes de los años noventa. Remató el tabasqueño diciéndome: “mira todo lo que ocasionaste” con tu pregunta.

Como todos los asistentes tenía derecho a una segunda intervención que fue sobre la elección presidencial de 2024. Cuestioné al inquilino de Palacio Nacional sobre la lucha que podría llevar a cabo Morena contra Morena el año que viene, antes de enfrentarse a una famélica oposición. “De eso no puedo hablar”, me contestó, aunque si terminó reflexionando sobre mi pregunta.

Sigo pensando que la Mañanera es el mejor instrumento de comunicación política que tiene el presidente de la República, no es más, pero tampoco menos. No obstante, a pesar de realizarse por más de cuatro años una parte de la sociedad desconoce sobre lo que ahí se informa, y la oposición insiste en solo divulgar las intervenciones presidenciales (muchas veces sacadas de contexto) que se realizan en la segunda parte de la conferencia luego de que diversas autoridades informan sobre los pormenores de sus áreas.

Sea como sea, desde diciembre de 2018 se agolpan al menos cuatro decenas de periodistas en el salón Tesorería de Palacio Nacional para dar cuenta de la conferencia Mañanera del presidente de la Republica. Comunicadores de radio, televisión, prensa y yutuberos variopintos, preguntan, cuestionan, aplauden, descalifican los decires presidenciales tempraneros.

Una vez concluida la Mañanera, mis interiores intestinales reaccionaban a la falta de harina con un café matutino. No quedaba más qué hacer: agradecer por permitirme participar en la conferencia lopezobradorista y salir a buscar un buen tarro de café acompañado de una rica pieza de pan defeña.

  • Autor: Eduardo González Velázquez.
  • Profesor del Tec de Monterrey.
  • @contodoytriques