Eduardo González Velázquez

Como suele suceder luego de cada conferencia mañanera del presidente, Andrés Manuel López Obrador, los temas que se discuten en las horas subsecuentes desde las diversas trincheras políticas, económicas y sociales, son los colocados en el tinglado matutino.

Sin duda, la mayoría de las temáticas abordadas por el habitante de Palacio Nacional son relevantes y refieren problemáticas de urgente resolución. Sin embargo, algunas mañanas los tópicos expuestos terminan por ser banales, sin sustento, sin importancia real y cuya finalidad son desviar la atención de temas centrales de la vida nacional.

Sería ingenuo pensar que las mañaneras lopezobradoristas no marcan la agenda política y de comunicación durante el día.

El último asunto que tiene las características de una declaración para desviar la atención de lo importante fue lo expuesto por López Obrador en el sentido de “pausar las relaciones diplomáticas con España” al menos hasta el final de su sexenio, por considerar que algunas empresas de aquella nación han actuado de manera ventajosa al amparo del poder político en México.

El presidente se guardó pocas cosas, y afirmó que, durante los sexenios de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña, las compañías españolas como Repsol, Iberdrola, Astillera de Vigo y OHL se beneficiaron del maridaje con autoridades mexicanas para firmar contratos en condiciones muy favorables para ellas y en perjuicio del gobierno y la sociedad mexicanas.

Aunque aclaró que su expresión fue “un comentario público, no una declaración diplomática formal ni un pleito sino una acción encaminada a que se conozcan los acuerdos de arriba, de las elites”, resulta imposible aceptar sus dichos como simples comentarios públicos, porque él es el representante del Estado y gobierno mexicanos. Incluso, el término “pausa” ni siquiera aparece en la jerga diplomática.

Sea como sea, el guiño hacia la “pausa” en las relaciones diplomáticas con España, no pasará de eso. Terminará en el cajón del anecdotario político de la 4T. Por lo tanto, debemos negarnos a pausar las discusiones sobre los temas sustanciales de la vida nacional.

La violencia sigue sin freno, la inflación está descontrolada y la medicina para aliviarla amenazan con ser peor que la enfermedad. El combate a la corrupción en muchos casos solo es discurso mañanero sin procesos judiciales que terminen con llevar frente a la autoridad a los acusados de esas actividades por el jefe del Ejecutivo. Las proyecciones del crecimiento económico para este año no parecen ser las mejores ni las necesarias para salir mejor librados del atorón pandémico de la economía. Los grupos del crimen organizado sigue fortaleciendo sus reales en muchas zonas del país, ni siquiera las autoridades se libran de ser víctimas de la delincuencia. Varias reformas planteadas por la 4T se encuentran entrampadas entre la visión de la oposición, la iniciativa privada y del mismo partido del presidente de la República.

En fin, no mordamos el anzuelo de la “pausa en las relaciones diplomáticas” con España. Por el contrario, abordemos y discutamos ampliamente y con seriedad las problemáticas de la República para encontrarles solución y construir un mejor país para todos los que aquí habitamos.

 

Profesor-investigador del Depto. de Relaciones Internacionales, región occidente. Tec de Monterrey.

@contodoytriques