El pasado 24 de mayo el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, informó que Petróleos Mexicanos (Pemex) cerró la compra de la refinería Deer Park, en Houston, Texas.
Dicha refinería fue construida en 1929, sin embargo, desde 1993 ha sido operada en conjunto entre Shell Oil Company y Pemex.
López Obrador detalló que Petróleos Mexicanos ya era dueño del 50% de las acciones de la refinería, y que el costo del otro 50% que se compró fue de alrededor de 600 millones de dólares.
Además, de acuerdo con el presidente no se utilizó crédito alguno para la transacción, sino que fueron los ahorros del gobierno los que permitieron el ejercicio de dicha compra: “No (se utilizó) crédito (para la compra), no deuda, sino de los ahorros por no permitir la corrupción”, señaló.
Paralelamente, el director general de Pemex, Octavio Romero Oropeza, informó que el valor de la compraventa fue específicamente de 596 millones de dólares: 106 millones en efectivo, para el reembolso del préstamo del socio Shell y 490 millones correspondientes a la deuda de Shell en la sociedad.
López Obrador aseguró que, con esta compra, México será autosuficiente en gasolina y diésel en 2023, lo que se traduce en que el precio de los combustibles no aumentará. Incluso se estima que, como resultado de estas acciones, Pemex alcance una producción de 1 millón 362 mil barriles diarios para abastecer la demanda mexicana de gasolina diésel, turbosina y otros petrolíferos.
Por otra parte, y en manera de defensa de la compraventa por las críticas recibidas, el presidente afirmó este miércoles (26 de mayo) que el petróleo “es el mejor negocio del mundo” y apuntó que Deer Park no registra pérdidas.
No obstante, Romero Oropeza contradijo al presidente, pues reconoció que Deer Park sí arrastra una deuda de 980 millones de dólares. Continuando con las declaraciones del director general de Pemex, durante la “mañanera” presidencial del miércoles, informó que la compra de la mitad de la refinería texana al final costará 1,192 millones de dólares. Expuso que a los 596 millones de dólares iniciales se añadirán 106 millones por inventarios de petróleo y derivados que tiene la planta, y 490 millones de dólares en deuda de Shell en la sociedad; todo esto si las autoridades aprueban esta operación.
No obstante, el titular de Petróleos Mexicanos señaló que, si bien Europa y Estados Unidos reducirán su demanda de estos combustibles, países emergentes como China, India y la región latinoamericana incrementarán su demanda. También manifestó que el cambio del paradigma en materia energética y de fortalecimiento de Pemex en la actual administración va en la dirección correcta.
Esta oferta de compra del gobierno mexicano le cayó como “anillo al dedo” a Shell, visto que prácticamente cualquier petrolera en el mundo —excepto Pemex— ha comprendido que las energías fósiles cada vez pierden más terreno en el mundo mientras que las energías renovables empiezan a cobrar mayor fuerza y, por consiguiente, ser utilizadas por más países.
Estas energías limpias y menos perjudiciales para el planeta son la gran apuesta de muchas empresas y gobiernos, principalmente de los países más desarrollados. Esto ha llevado a las grandes petroleras a querer participar en este mercado verde, porque saben que quedarse fuera sería un gran riesgo que no pueden darse el lujo de correr.
Por ello, petroleras internacionales del tamaño de BP, Shell o Total, han empezado a construir nuevos proyectos eólicos y solares, en una intensa competencia para suministrar energías a los grandes corporativos globales.
Ahora bien, mientras que el gobierno mexicano sigue optando por las energías fósiles, otros gobiernos ya han comenzado a implementar medidas para “pegar el brinco” a las energías verdes. Tan solo Estados Unidos —dentro de su paquete fiscal por 2.3 billones de dólares— ha decidido invertir 174,000 millones de dólares para construir una red de medio millón de cargadores de coches eléctricos para 2030.
A los consumidores les ofrecerá descuentos e incentivos fiscales para cambiar de vehículo, y pagará a las administraciones locales para reemplazar las flotas de autobuses y otros coches públicos. También, el presidente estadounidense, Joe Biden, ha propuesto una inyección de 100,000 millones en la generación de energía renovable para alcanzar el 100% de energía limpia para 2035; aunado a ello, buscará que se fabriquen coches y camiones eléctricos cada vez más accesibles y asequibles para los consumidores.
Tristemente, mientras que a la administración de Biden se le considera como el estandarte del “maremoto verde” (en alusión a la gran promoción de las energías renovables), el gobierno de López Obrador parece estar yendo contracorriente y no querer cambiar; esto desde que se tomó la decisión de construir Dos Bocas, rehabilitar seis refinerías en territorio nacional y ahora la compra de Deer Park.
Prácticamente todas las petroleras han coincidido en un punto: optimizar su cartera de activos como una medida de resiliencia financiera para permanecer dentro del negocio en un mundo que avanza casi sincrónicamente a la transición energética verde. Pero Pemex, la petrolera más endeudada a nivel mundial, ha decidido no sumarse a la tendencia que está cambiando a la industria petrolera a nivel global.
Quizá, México está “nadando” hacia el lado contrario y yendo pasos hacia atrás, ya el tiempo lo determinará