La polémica se convirtió en un ícono. Ellos les pusieron un muro de hierro, ellas se encargaron de hacerlo un lienzo para protestar contra la violencia de género en el país.
En la víspera del 8 de Marzo, día Internacional de las Mujeres, las autoridades capitalinas y de la Presidencia de la República instalaron un muro infranqueable de acero de más de 3 metros de alto por todo el perímetro del Palacio Nacional al que llamaron “muro de la paz”, un eufemismo institucional para contener cualquier acto de provocación, infiltración y ataque durante las protestas feministas que dañara el edificio histórico.
Pero su símbolo de temor al movimiento se convirtió en memorial. Su muro de paz se transformó en el Muro de la Memoria.
Por respuesta, quienes se encerraron, obtuvieron por parte de los grupos feministas, un lienzo que se llenó de flores y de los nombres de las miles de mujeres que al día de hoy han sido víctimas de algún feminicidio.
Desde diferentes voces, el muro fue calificado como un “obstáculo al derecho de protesta, una muestra del “miedo” que tienen las autoridades al movimiento feminista y lamentaron que el gobierno haya respondido así ante una manifestación de mujeres.
Y es que a nivel nacional fueron convocadas docenas de manifestaciones para exigir un alto a las crecientes cifras de feminicidios y agresiones en contra de mujeres.