Hace algunos años escuché de viva voz de uno de los responsables de poner en marcha el edificio de la Ciudad Judicial Federal en Zapopan, Jalisco, algunos datos relacionados con las características del inmueble.
Uno de los que más llamó mi atención se encontraba relacionado con el diseño de las oficinas (de tipo cubículo) de los servidores públicos.
La mayoría de las oficinas tienen ventanas y puertas de cristal en su totalidad, salvo algunos apartados en donde se fijaron barras para que los litigantes y público en general pudiera recargarse con la documentación que presentan, o con los propios expedientes que personal de los órganos jurisdiccionales les facilita para consulta. Me comentaba esa persona que la razón de usar cristales para puertas y ventanas se debía a que la institución pretendía abonar, a través de ese diseño, a la percepción ciudadana del Poder Judicial de la Federación como una institución transparente.
Aun cuando considero que la verdadera transparencia se demuestra con la cantidad y calidad de información pública que una institución pone a disposición de las personas, de inmediato me di cuenta de que el símbolo era importante.
Efectivamente, el uso del cristal permite ver la identidad de los servidores públicos, más allá de su nombre plasmado en un directorio o en algún documento oficial. Le pone un rostro a ese funcionario que realiza una actividad pública y que recibe su salario de los impuestos que pagamos.
Además, permite ver que la persona desenvuelve una función en la institución, y que dicha función genera un acervo documental
que también es visible, sobre todo en la función jurisdiccional en la que el expediente físico sigue siendo la regla y el expediente
electrónico la excepción (aun cuando hay avances al respecto en el Poder Judicial de la Federación).
El recuerdo de esa explicación que se me dio contrastó totalmente con las imágenes de las vallas de metal que se difundieron la semana pasada, colocadas para cubrir distintos edificios y monumentos de la Ciudad de México, con motivo de las muy seguras movilizaciones que habrá el 8 de marzo.
Y la muralla más impresionante se colocó, sí, frente a Palacio Nacional.
En este tercer año de gobierno, son bastantes las muestras que ha dado el actual Gobierno Federal de que su principal interés por la
transparencia es que no se promueva.
Las vallas de metal de que le hablo, lógicamente, persiguen el objetivo de proteger físicamente los inmuebles alrededor de los cuales se colocaron, pero desde el punto de vista semiótico tienen un significado aterrador, si se le compara con algunos antecedentes.
No olvidemos que el metal, el hierro y el acero se encuentran ligados a la dureza y severidad.
La “cortina de hierro”. El “telón de acero”. El “tirano de acero” al referirse a Stalin. El propio Iósif Vissariónovich Dzhugashvili se hizo llamar Iósif “Stalin” para denotar como su principal rasgo el estar «hecho de acero». La crueldad de su dictadura reflejó totalmente ese rasgo.
Al momento en que se escriben estas líneas, no se tiene conocimiento de cómo se desenvolverán los diversos actos conmemorativos del día de la mujer. Pero la cortina de hierro que se hizo para sí el Ejecutivo Federal, de entrada, no muestra apertura alguna, coincidente con su postura del año pasado.
Esas vallas de metal se colocaron físicamente, pero el Gobierno Federal se ha cubierto de una virtual cortina de acero cada vez que algo le incomoda. Y una de las cosas que más le incomoda es garantizarnos el derecho humano de acceso a la información.
El derecho humano de acceso a la información comprende solicitar, investigar, difundir, buscar y recibir información. Si uno de esos componentes peligra es muy probable que haga nulos los demás. Todavía encuentro personas que guardan la esperanza en que la postura presidencial va a modificarse en aquellos aspectos en que ha sido errática. A estas alturas, creo que lo más acercado a la realidad es que se encuentra en franca consolidación de esas posturas.
En tal sentido, no esperen diálogo o apertura. No esperen mayor transparencia. No esperen explicaciones del quehacer público. Las vallas de metal son parte de esa consolidación. Como el avión presidencial, el aeropuerto, el pedir permiso a la madre tierra (para destruirla): un símbolo más rumbo a la consolidación.
* El autor es licenciado en derecho y maestro en transparencia y protección de datos personales. Actualmente ejerce en el Poder Judicial de la Federación. Ha sido Director de Colaboración y Programas Interinstitucionales con las Entidades Federativas en el INAI y Director de Enlace Legislativo en SETEC, entre otros cargos.