El canciller mexicano, Marcelo Ebrard, ha salido a declarar en la conferencia mañanera del presidente López Obrador, que la Fiscalía General de la República realizará una investigación de altura contra el general Salvador Cienfuegos Zepeda, repatriado ayer por el gobierno de Estados Unidos, luego de que se le retiraran los cargos de tráfico de drogas y lavado de dinero.
El canciller ha estado dando la cara en este tema, tratando de convencer al pueblo mexicano de que Cienfuegos será investigado, pero aclarando en todo momento, que llegó al país como un ciudadano libre y no bajo custodia o detenido de las autoridades mexicanas.
Cienfuegos ya fue juzgado por la vox pópulli. Se le acusa de ser una especie de padrino en el narcotráfico en México, de acuerdo con la acusación que se le hizo en la unión americana y que estaba basada principalmente en un audio que, supuestamente, lo comprometía demasiado.
Sabemos que no cayó bien en el gabinete de López Obrador y menos en el gabinete de seguridad nacional, la detención de un general y más tratándose del ex titular de la Secretaría de la Defensa Nacional. No era poca cosa que un gobierno extranjero detuviera a quien fuera el máximo líder de las fuerzas armadas solo por debajo del comandante en jefe, que en este caso era el presidente Enrique Peña Nieto en el sexenio pasado.
Es casi imposible negar que el ejército ejerciera presión o al menos cabildeo con el gobierno de López Obrador para que gestionara el regreso del general. Y más, cuando el ejército ha sido un aliado estratégico de la 4T en temas como la construcción del Tren Maya y la contención de las caravanas migrantes en la frontera sur con centroamérica, justamente a petición del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Además, el caso de Cienfuegos, este tema que pareciera una operación de rescate, más que una persecución judicial, nos demuestra que se refrenda la buena relación entre Trump y Andrés Manuel López Obrador, quien ha decidido no reconocer a Joe Biden como presidente electo hasta que se desahogue todo el proceso judicial post-electoral en el vecino país del norte.
Hay quienes especulan incluso que quizá ni Trump se enteró del caso Cienfuegos hasta que estaba detenido en el aeropuerto Internacional de la ciudad de Los Ángeles, California.
Por cierto, se habló también por una supuesta fuente del gobierno norteamericano de que México amenazó con limitar las operaciones de la DEA en territorio nacional a cambio de Cienfuegos, cosa que es difícil de creer, porque no ha sido el tono del gobierno mexicano hacia el estadounidense. Hoy el presidente en la mañanera también desmienta esa version y eso sí se lo compró.
Sobre el argumento de AMLO de que Estados Unidos entiende y respeta la soberanía nacional, yo difiero con el mandatario. Pienso firmemente en que si los gringos quisieran realmente juzgar a Cienfuegos lo habrían hecho sin importar la opinión del presidente mexicano.
Y ahora qué sigue: tendremos qué ver si la Fiscalía encuentra elementos y que demuestre que es culpable o por lo menos que nos diga por qué es inocente, tiene tarea la Fiscalía, y la debe llevar a cabo.