Custodiado por dos estatuas en su escalinata frontal que evocan la contemplación de la justicia con una figura femenina y al guardián de la ley con una figura masculina, se encuentra el edificio de la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos, sobre la calle Primera, detrás del Capitolio y a un costado de la Biblioteca del Congreso.
Mientras subes por la escalinata, advertirás en el entablamento una frase poderosa, que no solo se sostiene de forma simbólica por los pilares del edificio de justicia, sino que es uno de los propios pilares de la Unión Norteamericana: “equal justice under law”. La frase, entonces, adquiere mucho sentido si recordamos a la dama y al caballero que inauguran la escalinata frontal que por las tardes brilla a consecuencia del reflejo de los rayos del sol sobre aquel mármol de Vermont. En ese lugar, se concentran los servidores públicos encargados de proteger el sentido y los valores de la Constitución de los Estados Unidos, una de las mas longevas del planeta siendo creada en 1787.
Dentro de las paredes de ese “Templo de la Justicia”, hasta hace algunos días se desempeñaba como “justice” Ruth Bader Ginsburg, quien fue la segunda mujer en ocupar tal puesto y a quien reconocemos como un icono en la lucha feminista, que llevó a cabo sus estudios legales en las más prestigiosas Universidades del país a pesar de las adversidades y obstáculos que enfrentó en su vida.
Su muerte, a causa de una metástasis de cáncer de páncreas, no se trata solo de una triste y muy lamentable despedida por lo sobresaliente de su carrera y todo lo que ha representado por la lucha en alcanzar igualdad legal, sino que también supone (claro) la vacancia de una silla en la Corte que generará un episodio de enfrentamiento entre los poderes estadounidenses.
Recordemos un poco la conformación de la Corte.
Como sabemos, existe una denominada ala conservadora, compuesta por los justice Roberts, Thomas, Alito, Gorsuch y Kavanaugh, siendo los últimos dos designados por el Presidente Trump. Mientras tanto, el ala liberal se conforma por los justice Breyer, Kagan, Sotomayor, siendo que en dicha posición se encontraba, desde luego, Ruth Bader Ginsburg.
Notablemente el ala conservadora, con motivo de este deceso, pasaría a tener una posición de decisión que podría imponerse sin problemas en las decisiones de ese Tribunal.
En este caso, debemos recordar una tradición que consiste en que los puestos vacantes en la Corte sean designados por el Presidente entrante, cuando se dan en momentos cercanos a una elección. En ese cariz, se esperaría que el Presidente Trump no fuera quien designe al justice que ocupe la vacante de R.B.G., sino que sea aquel que resulte vencedor en el proceso electoral que se avecina (noviembre).
Recordemos que tras la muerte del justice Scalia en 2016 (por cierto, íntimo amigo de la recién fallecida R.B.G.), el entonces presidente Obama anunció su intención de designar a la brevedad a su sucesor. Sin embargo, esa silla vacante no fue ocupada sino hasta que asumió su mandato Constitucional Trump, quien nominó para ocupar la vacante de Scalia a Gorsuch (conservador por conservador). Sobre esto, hemos tenido conocimiento a través de la nieta de R.B.G., que su último deseo fue que su sucesor o sucesora, sea nombrado por el siguiente Presidente de los Estados Unidos.
Así, se esperaría que sea el próximo Presidente de los Estados Unidos quien designe al justice faltante. No obstante lo anterior, el Presidente Trump ya ha manifestado su intención en designar de inmediato a quien ocupe dicha silla vacante y claro, lo que podemos esperar es que llegue un perfil afín a sus ideales políticos y judiciales, por lo tanto, se espera que, de ser designado por el Presidente Trump, se sume un justice al ala conservadora de la Corte, lo que podría someter en las decisiones sin mayor problema, al grupo de liberales.
Si bien algunos Senadores ya se han manifestado por rechazar una votación antes de la elección, el líder del Senado manifestó que votarían si el Presidente remite una designación.
Frente a esto tenemos varios escenarios:
- a) Que el Senado genere una obstrucción parlamentaria (filibusterismo) para que la designación no se de hasta que llegue el nuevo POTUS;
- b) Que así, sin más, el senado vote y ratifique la designación que realice Trump;
- c) Que el Presidente Trump suspenda esta intención con la finalidad de generar una idea de mesura en su comportamiento que afiance su aprobación en otros sectores del electorado en donde no encuentra su base dura de votación de cara a la elección de Noviembre y,
- d) Que invariablemente sea Trump quien designe al nuevo justice, partiendo de que, hasta el momento, las estadísticas tanto de preferencia como de los colegios son apretadas y podría repetirse la historia Clinton vs Trump de 2016 (en la que Trump resultó vencedor en los Colegios electorales, pese a que en votos de los ciudadanos Clinton se impuso).
Tampoco toma por sorpresa este evento a Trump, quien el pasado 9 de septiembre divulgó una lista de potenciales sustitutos de R.B.G. compuesta por las siguientes personas: Amy Coney Barrett, a quien se le distingue como defensora de religión católica; Raymond Kethledge, un defensor de la teoría “originalista” de interpretación y aplicación de la Constitución; a los Senadores republicanos Joshua Hawley, Ted Cruz y Tom Cotton; Joan Larsen, quien fue asistente de Scalia y a quien se le reconoce como abiertamente conservadora y, Thomas Hardiman, quien es Juez de la Corte de Apelaciones del Tercer Circuito y famoso por sostener que la primera enmienda no habilita a que los gobernados filmen policías. Por lo pronto, lo que sabemos es que el Presidente Trump se inclina por proponer a una mujer de las que conforman la lista que ha contemplado.
Como sea, el trágico evento de la muerte de R.B.G. ha dado una gran sacudida para las próximas elecciones y desde luego, para la vida democrática de la Unión Estadounidense de cara, también, a decisiones importantes que se avecinan en la Suprema Corte como los casos Google v. Oracle América (sobre derechos de autor y uso justo de software en la creación de otros programas); Tanzin v. Tanvir (sobre libertad y protección religiosa); United States v. Briggs United States v. Collins (sobre la aplicación de la ley marcial para juzgar los hechos de una violación acaecida entre los años de 1986 y 2006, descubiertos recientemente); Carney v. Adams (sobre la limitación en la conformación de las Cortes por jueces afines a determinado partido), inter alia.