El Presidente Donald Trump anunció este miércoles 15 de abril, que había tomado la decisión de suspender el financiamiento que los Estados Unidos de Norteamérica destinan a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y acusó al organismo de Naciones Unidas, de haber hecho una gestión muy deficiente de la pandemia provocada por el coronavirus Covid-19, así como de ocultar información al respecto.

En rueda de prensa, Tedros Adhanom Ghebreyesus lamentó el recorte de fondos, decisión que también fue cuestionada por Bill Gates, quien a través de su cuenta de Twitter dijo que detener “los fondos para la Organización Mundial de la Salud durante una crisis mundial de salud es tan peligroso como parece. Su trabajo está frenando la propagación de COVID-19 y si ese trabajo se detiene, ninguna otra organización puede reemplazarlos”. Cabe resaltar que a través de su fundación, Bill y Melinda Gates son los segundos contribuyentes de presupuesto para la OMS, seguidos por Reino Unido.

Ayer jueves 16 de abril, se publicó una entrevista que Michael R. Pompeo, Secretario de Estado en la administración Trump, dio a Martha MacCallum, de la cadena Fox News, en la cual aseveró que era necesario que China diera muestras de sus deseos de cooperación, permitiendo a la comunidad científica mundial saber cómo se inició el brote y la propagación del virus, a la vez que lamentó la constante opacidad y falta de información por parte del Gobierno chino ante lo cual -resaltó Pompeo- quizá el mundo habría reaccionado antes o de distinta forma.

Al interior de los Estados Unidos y con la crisis sanitaria convertida en aritmética por contar enfermos y muertos por miles y cientos, prevalecen acusaciones y polarización entre actores políticos: el Presidente Trump acusa -desde su cuenta de Twitter- a Nancy Pelosi, de ser responsable de muchas muertes por el coronavirus y le llama “incompetente”. Lo anterior, en alusión a un video grabado a mediados de febrero, en el cual la actual Presidenta de la Cámara de Representantes, alentaba a acudir al barrio chino en la ciudad de San Francisco, California.

El galimatías político al norte del Río Bravo, también tuvo como protagonistas a los gobernadores, ya que Donald Trump reclamó el monopolio de la decisión de cuándo reactivar las actividades productivas, sociales, industriales y turísticas, al haber dicho que “cuando se es Presidente de los Estados Unidos, su autoridad es total”, declaración que motivó el que Andrew Cuomo, Gobernador de Nueva York, criticara esta postura y considerara que quien ocupa la Oficina Oval en la Casa Blanca estaba hablando más como un rey que como un presidente.

Al sur del Río Bravo y también como consecuencia del coronavirus Covid-19, los gobernadores mexicanos también ocuparon los titulares en medios de comunicación, al poner entre dicho el pacto fiscal con el Gobierno federal, mientras que circularon constantes acusaciones, descalificaciones y cuestionamientos acerca del manejo que se le ha dado desde Palacio Nacional a la crisis sanitaria.

En Centroamérica, crecen las diferencias entre el Presidente, Nayib Bukele y quienes ven fallas en la forma de planear las acciones gubernamentales para tratar la epidemia viral. En Nicaragüa el Presidente simplemente es una figura ausente.

En Colombia ha habido un intercambio de señalamientos entre el huésped de la Casa de Nariño, Iván Duque y Claudia López, Alcaldesa de Bogotá, por el manejo y estrategias planteadas para hacer frente al virus. En Brasil, el Presidente Jair Bolsonaro ayer jueves destituyó al Ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, por las insalvables diferencias acerca de cómo encarar el desafío; sí, del coronavirus.

El único denominador común en todos los casos, es la colisión brutal entre razonamientos técnicos y políticos. La mala noticia es que el Covid-19 llegó en un momento en que los populismos de ambos lados del espectro político, sabotea la necesidad de respuestas unificadas ante un reto sin precedente.

En un informe elaborado por Natasha Kassam para el Foro Económico Mundial, titulado “Misinformation, Truth, and Trust” (Desinformación, verdad y confianza), la autora resalta que luego de una década de retrocesos democráticos y de populismo, pareciera que el 2020 es el “macabro final”. Lo anterior debido a que en la actual coyuntura, las élites políticas han fallado no sólo en contener los contagios sino que han erosionado la confianza pública en los gobiernos y han golpeado a instituciones claves, como la Organización Mundial de la Salud, al acusarla de apoyar a China en ocultar información.

Concluye la autora resaltando el hecho de que “la era de la información (como la nombró Manuel Castells) “tenía por objeto hacer la verdad más accesible” y a los gobiernos más susceptibles de ser fiscalizados. Sin embargo, lo que prevalece es flujo de propaganda que sirve a agendas políticas, no al interés público. Este macabro final, apreciado lector, parece del mismo guión para Europa, América del Norte, Centroamérica, América del Sur y por supuesto México y Jalisco, en donde a juicio de Natasha, la verdad se ha convertido en otra víctima del Covid-19.