El martes 31 de diciembre del 2019 terminó un año y la discusión bizantina giró en torno a si con 2020 iniciaba o ya concluía una década. Ese mismo día, el Gobierno de China comunicaba de manera formal a la Organización Mundial de la Salud (OMS) -cuya sede está en Ginebra, Suiza- que tenían un brote viral fuera de control, cuyo epicentro fue la ciudad de Wuhan y con ello sonaba la alarma a nivel global.
Fue tal la magnitud del contagio dentro y fuera de las fronteras chinas, que el 11 de marzo el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS declaró que se trataba de una pandemia, debido a que el virus se esparce de manera exponencial en numerosos países a la vez.
El Director de la OMS dijo: “Pandemia no es una palabra que deba utilizarse a la ligera o de forma imprudente. Es una palabra que, usada de forma inadecuada, puede provocar un miedo irracional o dar pie a la idea injustificada de que la lucha ha terminado, y causar como resultado sufrimientos y muertes innecesarias”.
Con esta declaratoria se hizo un llamado a la acción para contener el avance de la amenaza y esto dio origen a un proceso que transformará totalmente el mundo como lo conocemos y que pasa por todas las esferas de la vida humana: lo internacional, lo nacional, lo político, lo económico, lo social, lo familiar, lo público y lo privado; todo, absolutamente todo será diferente.
Como lo mencioné en la columna anterior, el horizonte en que se vislumbra una amenaza real o aparente para la supervivencia, introduce cambios en la conducta social, que trastoca el modus vivendi y operandi así como los valores más apreciados por sociedades completas; afloran conductas que se pensaban superadas y pareciera que la realidad vuelve a contradecir a quienes habían decretado el fin de la historia.
El mundo globalizado parece retroceder ante el resurgimiento de los Estados- Nación y el cierre y control estricto de fronteras. El consenso se termina en donde inicia la necesidad de tomar decisiones basadas en criterios técnicos y no en rentabilidad electoral o de imagen pública. La economía se ralentiza en oposición a la aceleración de los contagios. Crece la angustia de las personas que no gozan de un ahorro que permita hacer frente a un escenario de ausencia de ingresos, ante la disminución de opciones para evitar detener los procesos productivos. Aumentan los llamados al confinamiento voluntario a la par que para millones esa no es una opción y el ejercicio de derechos (laborales, sociales, a la información y a la protección de datos personales) se difumina ante la necesidad de mantener lo básico necesario para la vida: alimentos y medicinas, aunque para ello haya que sacrificar logros adquiridos.
Distintas autoridades y analistas parecen coincidir en que los países que hasta el momento han logrado controlar los contagios de manera más efectiva, como Surcorea, Singapur, Japón y otras naciones asiáticas, son aquellos que -entre otras medidas- han empleado tecnología para el rastreo de personas, lo cual trastoca los paradigmas de occidente acerca de la privacidad, la libertad y la protección de datos personales.
Al respecto, Byung-Chul Han, profesor universitario con domicilio en Berlín, considera que en la forma en como nos enfrentamos a retos mayúsculos, el sistema cultural es importante para el análisis, porque proporciona marcos de referencia para la acción. Por su parte, el historiador israelí, Yuval Noah Harari, alerta acerca de la posibilidad de que de esta crisis surjan Estados y corporaciones hipervigilantes, algo de lo que ya han hablado personajes como Edward Snowden.
Como lo mencioné, el mundo no será lo que es y es necesario recordar que a nivel político, social, económico, cultural e individual, más que nunca estarán vigentes los postulados darwinistas: no sobreviven las especies más fuertes, sino las que mejor se adaptan.
Nadie puede decir qué mundo resultará de esta crisis sin precedentes, pero es claro que no será viable sin trastocar los paradigmas sobre los cuales hemos construido civilización hasta ahora porque persona, institución, sociedad, país y gobierno que no se adapte, perecerá.
Ante la vorágine de información acerca del Covid-19, que muchas veces confunde más que aclarar, sugiero consultar las siguientes fuentes dando click en ellas: