- Columna de opinión
- Escrito por: Eduardo González Velázquez
Una de las más duras críticas al sistema presidencialista en México ha sido contra el denominado “dedazo”, contra “el tapado”. Un derecho creado y autoasumido por los mandatarios a lo largo del siglo XX y XXI, cuyo ejercicio era la mayor muestra de poder en la cima del ejercicio presidencial, pero también el inicio de su ocaso. Muera el rey, viva el rey. Así, luego del ungimiento presidencial, la cargada se desbocaba a favor del designado. Transitar a la democracia urgía necesariamente terminar con esa práctica. No lo hemos logrado. Y hoy llegamos a otro nivel: dedazo en la oposición.
El día de ayer (miércoles 30 de agosto), el Frente Amplio por México, confirmó que Xóchitl Gálvez será su candidata presidencial, tal como lo anunció hace dos meses el presidente, Andrés Manuel López Obrador en su Mañanera. Lo único que hizo el dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional, Alejandro Moreno, fue ejecutar la orden de su jefe, Claudio X. González. El dedazo estaba dado, solo era necesario maquillarlo un poco y esperar (como sucedió) que algunos despistados creyeran que habría un proceso democrático para elegir a la contrincante de Morena en 2024.
Para ello, bajaron a la última pieza de una campaña interna de mentiritas, porque desde el principio estaban las cartas sobre la mesa. Incluso, algunos suspirantes se bajaron del tinglado antes de comenzar la función. Así, que Beatriz Paredes, superviviente de la farsa, solo convalidó el teatro hasta días antes de la supuesta votación que se llevaría a cabo el próximo domingo.
Atrás quedaron las maromas políticas para demostrar lo irreal: que el proceso para elegir candidata en la oposición era democrático. Lo que sería diferente al dedazo, que han insistido, daría el inquilino de Palacio Nacional, para entronar a Claudia Sheinbaum como la abanderada presidencial morenista.
¿Habrá premio de consolación para Beatriz Paredes? No lo sé. Sin embargo, la actitud de sumisión de la tlaxcalteca ante la daga del presidente del PRI me haría pensar que sí.
A no dudar, ni en sus más oscuras pesadillas, Plutarco Elías Calles hubiese imaginado que a casi cien años de fundado el tricolor, aceptara quedarse sin candidato presidencial.
- Escrito por: Eduardo González Velázquez
- Profesor del Tec de Monterrey
- @contodoytriques