- Columna de opinión.
- Escrita por: profesor Oscar Miguel Rivera Hernández
¡Hola! Una vez más les saludo y me permito dirigir a ustedes lectores, haciendo un análisis de las diferentes campañas de odio, miedo y desesperación hacia el presidente de la república y de su candidata, Claudia Sheinbaum, utilizando el descrédito y los fakenews.
En medio de la furia política que nos envuelve en estos tiempos, no podemos obviar la desesperación palpable en las filas de la oposición. La incertidumbre y el temor a una derrota inminente parecen empujar a algunos hacia terrenos inexplorados de desesperación.
Es un hecho conocido que Xóchitl Gálvez, la candidata de la oposición, no logra ganar terreno en las encuestas, a pesar de sus esfuerzos y estrategias. Las campañas de desprestigio, que alguna vez dieron frutos, hoy caen en oídos sordos, incapaces de alterar la percepción pública en favor de sus intereses.
Pero lo que realmente llama la atención es hasta dónde están dispuestos a llegar algunos líderes de la oposición en su desesperación por cambiar el curso de los acontecimientos. La reciente noticia de que Alito Moreno, presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional y candidato a ocupar otra curul plurinominal, podría aceptar la condición de Jorge Álvarez Máynez, candidato del partido MC a la presidencia de la república, para declinar su candidatura y cedérsela al candidato emecista, lo que pone de manifiesto la magnitud de la crisis que enfrentan.
El juego de presiones no se detiene ahí. El presidente nacional del PRI ha dejado claro que la participación de Movimiento Ciudadano en la coalición de oposición es crucial. ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar para asegurar el apoyo necesario? ¿Qué tipo de acuerdos y compromisos se están fraguando tras bambalinas?
Los intentos por asociar al presidente López Obrador con el narco, mediante trucos en redes sociales y maniobras con dinero, no calan en la percepción pública como esperaban. ¿Por qué? Porque la gente no se deja llevar fácilmente por artificios manipulativos. La realidad es terca y se impone ante los intentos de distorsión.
Ante este panorama desalentador, la oposición parece agarrarse de cualquier tabla de salvación que se le ofrezca. Una de sus últimas argucias: buscar anular la elección. ¿Por qué? Porque saben que las cartas están echadas en su contra. Pero ¿es justo intentar invalidar un proceso democrático porque no les favorece?
El presidente López Obrador lo planteó con claridad: ¿Está la oposición planeando un golpe de Estado técnico? ¿Intentarán torcer la voluntad popular a través de maniobras judiciales? Son preguntas incómodas, pero necesarias en este contexto. La democracia debe ser respetada y protegida, no socavada por intereses partidistas.
La tentación de manipular el poder judicial para anular una elección perdida ampliamente es una afrenta a la voluntad del pueblo. ¿Estamos dispuestos a permitir que esto suceda? Es momento de reflexionar y tomar una postura clara: queremos democracia real, no trucos políticos.
¿Es justo que se utilicen estos métodos para influir en el resultado de unas elecciones? La respuesta debería ser un rotundo no. La desesperación en las filas de la oposición ha alcanzado niveles alarmantes, y esto se refleja en sus tácticas cada vez más desesperadas para cambiar el curso de los acontecimientos. Uno de los frentes en los que están intensificando su ataque es el religioso.
En un movimiento sorprendente, un grupo de clérigos de diversas diócesis del país ha decidido tomar partido abiertamente contra el partido en el poder. Si bien es cierto que históricamente han mostrado preferencia por el PAN y que siempre han, por debajo del agua promovido el voto a favor de Acción Nacional, esta vez han dado un paso más allá, lanzándose a una campaña de miedo, abierta contra el gobierno actual. Ejemplos de ello, de los más notables, al menos aquí en la región y Jalisco, de esta estrategia, es el caso del exarzobispo de la arquidiócesis de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez. A través de videos difundidos en redes sociales, ha intentado sembrar el miedo entre los votantes, instándolos a no apoyar a la candidata del partido en el poder. Este tipo de intervención directa en asuntos políticos es altamente cuestionable y pone en riesgo la imparcialidad que se espera de las instituciones religiosas.
Pero no es el único caso. Recientemente, el sacerdote de la ranchería de Las Higuerillas, en San Ignacio Cerro Gordo, Luis Humberto Vargas, también ha utilizado su plataforma para enviar un mensaje similar al del exarzobispo Íñiguez. Este tipo de acciones plantea serias interrogantes sobre la independencia y neutralidad que deberían mantener las instituciones religiosas en asuntos políticos.
Es importante recordar que, en el pasado, este tipo de intervención clerical en política ha tenido consecuencias graves. En las elecciones municipales de San Pedro Tlaquepaque, en el 2021, el Tribunal Electoral anuló los comicios debido a la injerencia del Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, quien interfirió con el claro propósito de perjudicar al candidato de Morena.
Estos antecedentes nos llevan a cuestionar si esta vez están provocando una situación similar en el contexto de la elección presidencial. La manipulación del miedo y la interferencia en el proceso democrático socavan la confianza en nuestras instituciones y amenazan la integridad de nuestro sistema electoral. Es hora de exigir transparencia y respeto a la voluntad del pueblo, sin manipulaciones ni interferencias externas.
La campaña de desprestigio y oposición al gobierno en el poder no se limita únicamente a los sectores religiosos, sino que también cuenta con la participación activa de diversos actores, especialmente en el ámbito de los medios de comunicación. Periodistas y analistas políticos tradicionales como Jesús Silva-Herzog Márquez, Adela Micha, Loret de Mola y Ciro Gómez Leyva, entre otros, han contribuido a intensificar esta narrativa crítica. Además, figuras como Carlos Alazraki han utilizado su plataforma para propagar discursos cargados de animosidad hacia el presidente de la república, alimentando así el clima de confrontación y división en el país.
Asimismo, algunos diputados, como Lily Telles y Kenia López Rabadán, se han sumado a esta ola de críticas desde la tribuna legislativa y los medios de comunicación, aprovechando cada oportunidad para cuestionar las acciones y políticas del gobierno actual. Estas voces disidentes, respaldadas por una amplia cobertura mediática, contribuyen a alimentar la percepción negativa hacia el presidente Andrés Manuel López Obrador y su administración.
La intensificación de esta campaña de oposición ha sido notable especialmente después de que se dieran a conocer los resultados del simulacro electoral realizado en 480 universidades de todo el país. Los resultados de este ejercicio, con una muestra significativa de más de 255 mil 707 participantes, mostraron un claro respaldo a la figura de Claudia Sheinbaum, quien obtuvo el 63.5% de los votos, seguida por Jorge Álvarez Máynez con el 23%, y en último lugar Xóchitl Gálvez con el 8.5%. Estos resultados han avivado el fuego de la controversia política y han intensificado la retórica crítica hacia el gobierno en funciones.
La democracia exige un juego limpio, donde los ciudadanos podamos ejercer nuestro derecho al voto de manera libre y sin presiones externas. No podemos permitir que los intereses partidistas se antepongan al bienestar del país y la voluntad del pueblo.
Es momento de levantar la voz y exigir elecciones limpias y justas. No más manipulaciones, no más acuerdos oscuros. Queremos un proceso electoral transparente, donde el verdadero ganador sea la democracia misma.