- Columna de opinión.
- Por: Julio Ríos
- X: @julio_rios
Al término de la etapa de precampaña una encuesta de El Financiero confirma una ventaja de 22 puntos de Claudia Sheinbaum sobre Xóchitl Galvez. Y la peor noticia para la oposición es que todas las encuestas le son desfavorables.
La hidalguense creció como la espuma (por ahí de junio de 2023) en el ánimo de un sector de la oposición. En pocos días ya la calificaban como “fenómeno”. Desde entonces muchos advertimos que su aspiración era artificial.
Los dirigentes del PRIANRD se apresuraron a quitarle obstáculos y a obligar a sus rivales a declinar (Mancera, de La Madrid, Creel y Paredes) en lugar de dejarlos jugar en la etapa de precampaña para ver quién crecía de forma natural, lo cual habría sido lo ideal para “macerar” una candidatura más sólida. Sobre todo porque en seis años jamás se dedicaron a construir una auténtica oferta que compitiera contra Morena.
Errática y repetitiva, Xóchitl se desinfló pronto. El discurso lleno de majaderías y basado en la venta de gelatinas, se agotó. Y si Samuel García hubiera continuado en la contienda, la tendencia era que rebasara a la panista.
E incluso los intelectuales orgánicos de la oposición ya cuestionan el papel que está desempeñando Xóchitl, en las mismas páginas y espacios de opinión donde antes la inflaron.
Ahora la oposición está en una encrucijada: Cambiar a la persona que ocupa la candidatura en un intento desesperado de otorgar frescura y dar un golpe de timón en una campaña que va directa al naufragio.
Sin embargo, Alito, Marko Cortés y “Los Chuchos”, conscientes de Qué es prácticamente imposible remontar 20 puntos porcentuales en pocas semanas, muestran una vez más su talante oportunista y pragmático, y han preferido comenzar a repartirse el pastel de las plurinominales y administrar la derrota para beneficiarse, a ellos y sus cercanos.
No les importa el país.