Imaginemos una familia donde el padre y la madre tienen destinado un capital para invertir en un negocio o para ponerlo en una cuenta de inversión o para construir una propiedad y de repente uno de sus hijos se enferma, de una enfermedad grave como cáncer y esa familia debe cambiar los planes. Ya no habrá dinero que alcance, incluso, para atender la enfermedad y por lo tanto es momento de renunciar a los planes de inversión originales que tenía y dejarlos para otro momento. La prioridad es la vida y la salud de ese hijo en esa familia en particular.

Ahora, imaginemos que esa familia es el país, es México y que los padres de ese México es el gobierno en su conjunto y particularmente el Presidente, quien sigue teniendo un gran margen de maniobra y poder, al ser el titular del Ejecutivo Federal.

En este caso, esa familia, ese país, hoy enfrenta una crisis, provocada por un tema externo sí, pero que afecta gravemente, como es el caso del Coronavirus.

Y más que hablar del tema de salud, hoy me enfocaré justamente al tema económico y cómo el presidente y el gobierno deben cambiar algunos planes que tenían previstos porque hay una emergencia qué atender.

Primero, el tema de la recaudación que se dará por la rifa del avión presidencial se debe destinar a la atención de los enfermos de Coronavirus en México, que hasta este momento son menos de 150, pero la cifra irá en aumento, indudablemente, al ser un virus altamente contagioso y sobretodo que no presenta síntomas de forma inmediata.

Segundo, el gobierno mexicano debe plantear la posibilidad de cancelar de manera definitiva la construcción de la Refinería de Dos Bocas en Tabasco, que tiene problemas técnicos y de viabilidad y que le costará a México alrededor de 12 mil millones de pesos.

Este proyecto debe descartarse ante la nueva era a la que hemos entrado tras la estrepitosa caída de los precios del petróleo. Lejos quedaron las glorias de los excedentes y los tiempos de Lázaro Cárdenas. Hoy vivimos una nueva época, donde el crudo ya no será la caja chica del gobierno y no solo eso, sino que el desplome de este marzo negro, provocará una crisis severa en las finanzas públicas de México, que en su paquete de ingresos estimaba más de 55 dólares por barril y el crudo se vende hasta en menos de 18 dólares con la crisis actual.

El presidente también debe dejar de lado la idea de guardar dinero para su juego politico-electoral, es decir, terminar con el subejercicio que hay y destinar urgentemente recursos públicos y políticas en especie a incentivar la economía Mexicana, que de por sí estaba muy débil con un nulo crecimiento económico y que ahora se encuentra en medio de un Tsunami por el tema del Coronavirus.

En este sentido, debe estimular la infraestructura del país, para generar empleo y recuperar las economías estatales y municipales, debe reactivar urgentemente el Instituto Nacional del Emprendedor, otorgar créditos y recursos a las pequeñas y medianas empresas, con enfoque en la creación de empleo -no solamente para los llamados ninis, sino para todos los sectores y edades con posibilidad de entrar a la actividad económica-, debe extender los apoyos sociales a la economía informal, que dependen del día a día para sobrevivir, debe generar estímulos fiscales, condonaciones parciales del Impuesto Sobre la Renta, exención en los plazos de pagos de IVA e ISR por parte de las empresas más afectadas por la crisis, aplazamiento de las declaraciones anuales de los contribuyentes, y aplazamiento o facilidades en el pago de los impuestos, con planes de pagos sin recargos y por supuesto, con plazos extendidos hasta finales de mayo o junio, mínimo para poder paliar la situación de esta contingencia.

Muchos de los planes y proyectos de la Cuarta Transformación, deben ponerse en pausa porque estamos en una emergencia nacional. De nada servirá un Tren Maya, un Nuevo aeropuerto o una nueva refinería, con la economía hecha pedazos , un dólar en las nubes y un panorama desalentador si un presidente no toma el liderazgo para conducir a esta nación.